jueves, 7 de noviembre de 2019

Si tu ojo te hace pecar

Mira a los ahorcados
sus lenguas están afuera
como una falsa sed.
Y ligeramente bizqueando
ennegrecidas las pieles
los gusanos blancos
como la grasa blanca
entre la carne y la pobreza
desde el hueso hasta el olvido
de la mano de su madre a la suya
a su cuello de pajarito caído.
Los miro y pienso que la carne es tan elástica...
aquí ya nadie dice que es como si durmieran.
Mira al otro:
Este niño no es Judas
y sin embargo lo han ahorcado.
Un hilito de sangre hasta su ombligo.

La desesperación o la desesperanza, para los primeros.
Del niño mejor no hablar.