martes, 24 de mayo de 2016

Ojos y buitres

"Los ojos son lo más acuático que nos queda de haber nacido del agua" 
Francisco Umbral

Los ojos de los muertos es la peor de las visualizaciones. Cuando uno es consciente de los ojos, de la existencia de sus propios ojos, puede ser consciente de la ceguera, la posibilidad de la pérdida de estos y el mundo de la oscuridad sin sombras. Vi un gato muerto alargado como una vaca en medio de la carretera y era un gato de ojos desorbitados, la boca y los ojos no eran de este mundo. El gato (o la vaca) daba muchísimo miedo exclusivamente por los ojos, de un amarillo purulento. Yo no quiero más ojos abiertos, pensé, y que tengan que cerrarse a mano todos los ojos que se quedan muertos es una tarea siniestra para los allegados, es terrible, pensé en ese momento. Los párpados son inútiles a la hora de la muerte cuando ésta es imprevista, deberían estar mejor preparados, no es posible que se tenga que cargar con esta imagen traumática por el resto de nuestras vidas. No compensa. Y eso que yo sólo vi un gato.

Bataille creía en la seducción de las formas redondeadas y la importancia de los ojos. Los ojos como huevos blancos y duros, ahuevados en la punta cuando tienen ganas de salirse. La única de nuestras superficies que se nos resiente a nosotros mismos y que escapa de nuestras manos; hasta el final no nos pertenecen, pero nos atacan. Mirar a los ojos es la máxima expresión del conocimiento de una persona, si no les vemos a los ojos no sentimos que les conocemos. Cuando conocemos a un ciego quizá imaginamos su mirada, les adjudicamos la misma mirada ausente, de cuencas para adentro, por eso es que todos los ciegos se nos parecen y alocaban a Sábato. Nuestra calavera juega con esos ojos al misterio de ocultarse, la última de nuestras máscaras. Los ojos no juegan bien ni se ocultan tan bien. Las calaveras sí, las calaveras son la última máscara, nuestro último disfraz, dice Umbral.

Todo esto parte de una interpretación afectiva, incluso en la descorporeización de la realidad hallo cuerpos. Artaud lo hace en sus poemas, Bataille juega con ello también. ¿Qué diría Rilke del fin? Caducidad y rosas. Contradicción y rosas. Epitafios que parecen bonitos pero conllevan la orfandad del mundo.

Marrones, azules, verdes, negros, grisáceos... todos blancos al final. "Si cuando vivos somos diferentes, en cambio todas las calaveras se parecen" dice José Emilio Pacheco. Lo mismo con nuestros ojos, espejo incapaz de reflejar extinta la llama. Hablando del poeta mexicano, leyendo sus islas vi que también le rondaba la temática animalesca como a mi, y, sorprendentemente, tiene un poema sobre el zopilote, buitre negro de Latinoamérica. O como es conocido en Lima, gallinazo. Siempre recuerdo el cuento de Julio Ramón Ribeyro "Los gallinazos sin plumas" cuando imagino a este animal ahora lejano para mi. Me identifico con su oscuridad y su basura, de ser un animal quizá me reencontraría en la Costa Verde con algunos de ellos. Qué cruel final, cuántos ojos imagino ahora.

martes, 10 de mayo de 2016

Mise en abyme



La cosa es bien simple: hay una transgresión, un mundo acuático con poca agua y unos seres acuáticos que viven y respiran lo mismo que nosotros sin dificultad.
Quizá no tienen branquias. Quizá lo que nos señalan es sólo su viscosidad.

Yo saco una bolita negra de entre mis dientes y se la enseño a mi madre. Es muy pequeñita y la deposito en una pecera. En esa pecera ya hay otros peces y mi bolita resulta ser un pez que se convierte en el más fuerte de todos. Lo reconozco por sus aletas. Pero esa pecera se transforma en acuario y los peces pasan de ser negros a grises y con grandes cabezas que asoman fuera del agua con esas caras inexpresivas de los peces plateados que amontonan en el hielo de los supermercados. Se disponen en hilera y mi antiguo pez se confunde, ya no lo logro distinguir. El acuario se transforma finalmente en piscina. Los peces son seres humanos mutantes con consciencia de mutación y sus partes corpóreas son como de quita y pon, algunos tienen sondas para vivir. Es decadente, están tristes y su autocompadecencia viene del hecho de que se creen inferiores a los seres humanos sin mutación. Yo les intento hacer ver que incluso quienes no somos mutantes también padecemos taras y enfermedades.

En este sueño mío me llama la atención la progresión pecera-acuario-piscina, y la progresión pez negro-pez gris-ser mutante horrible o más aún, puedo ir más lejos y hacer una progresión de cuatro en lugar de una progresión de tres si incluyo la bolita y mi diente como primer germen y primer receptáculo respectivamente. La visión de los seres mutantes saliendo de la piscina, mostrando sus extremidades, desencajándolas y enarbolándolas, genera escalofríos en mi ser durmiente. Le corps morcelé de Lacan me indica que lo que estoy soñando se puede aplicar al mundo. A veces sueño con casas y pasillos, pero esto es lo mismo, supongo (una forma de representar al organismo). Los seres acuáticos son símbolo de lo frío y el agua, como he dicho, no era abundante, eran híbridos. Es mi yo espejado con distorsiones, mi yo fragmentado en partículas de viscosidad.

miércoles, 4 de mayo de 2016

Soledad y silencio

Los ancianos empezaron a crecer.
Crecían en los arbustos, en las calles, en las madreselvas, en las esquinas. Invadían los rincones, las aceras hasta el punto de no poder transitarlas (si alguno se ponía en medio ya no había opción: la acera entera estaba tomada). Los bastones contaban doble, los sombreros remarcaban su calidad de ejército. El uniforme gris y el paso marcial. Un día subí al autobús y todos los asientos eran verdes. Los ancianos subían y subían despacio y no paraban de tictaquear*, llevaban sus carros de la compra o bolsas y neutralizaban a todo aquel que no fuera anciano a su alrededor. Con una soledad tristísima de polvo y de casa de los años cincuenta, vacía y acarcomada**, los ancianos peregrinan su naftalina hacia el exterior, se sientan y de pronto todo se vuelve gris. Los ancianos empezaron a crecer, de la noche a la mañana, crecían en la maleza, en los tréboles, en los dientes de león, en los champiñones, en el musgo y en todo lo verde de los electrodomésticos antiguos, junto con el óxido de su metal. En los ambulatorios alguna vez se trataron las personas de sus enfermedades, ahora sólo penan algunos fantasmas sus pantuflas con el reloj y el silencio, cada uno un pasillo. Los ancianos crecían en todas las listas de espera y en las colas de los bancos que confiscaban sus bienes. Soledad es la hora del otoño en el que se resisten a caer y se esparcen como las hojas. Según el Instituto Nacional de Estadística si se mantuvieran las tendencias demográficas actuales, España perdería un millón de habitantes en los próximos 15 años y 5,6 millones en los próximos 50 años. El porcentaje de población mayor de 65 años, que actualmente se sitúa en el 18,2% pasaría a ser el 24,9% en 2029 y del 38,7% en 2064. El número de defunciones ha superado por primera vez al de nacimientos a partir del 2015.



*tictaquear: hacer tic-tac
**acarcomado: embadurnado de carcoma

foto de Bárbara Blay