jueves, 27 de abril de 2023

Lo de que todo deba funcionar para algo

 

Mis alumnos preguntan por la historia de mis tatuajes

como si todos los tatuajes tuvieran que tener una historia

que la tienen

pero al decir la palabra "historia" no quieren referirse a la historia que explico abajo, quieren decir el origen, sentido y finalidad de esos tatuajes

y eso sí que no es necesario

como la verdadera historia, que es inevitable, porque es lo que se ha ido creando alrededor de ellos. (Me estampo un tatuaje que luego se asociará a los momentos en los que estuvo presente y habrá un antes y un después).

Cuando preguntan por el objeto o sentido de un tatuaje

me recuerdan a ese empecinamiento por preguntar para qué sirve la literatura

como si tuviera que servir para algo

preguntar por la funcionalidad de las artes, de los motivos pictóricos que uno lleva consigo o de por qué se estudia alguna materia de humanidades es limitar a lo utilitario lo que nos construye por dentro

ya lo decía Aristóteles cuando prefería las bellas artes de las artes utilitarias

porque lo funcional nos ayuda a simplificarnos la vida

pero no siempre nos la queremos simplificar

y eso en el mundo de ahora no se entiende

en el mundo de lo positivo, que diría Byung Chul Han

en el mundo presente de lo que "si no aportas aparta"

(qué ascazo de expresión)

de las relaciones que no duran porque ya no te sirven

porque no se encuentra ya un para qué

para qué funciona esto

y si disfunciona, se desecha.


Yo con un pony porque sí.




viernes, 14 de abril de 2023

Mrozek, aún trocitos de Polonia

 


No había nada.

¿Y si había algo?


Esta es la duda que amenaza al lector, con la que Mrozek nos apunta directamente a la parte más débil de nosotros, la de nuestros desvaríos, el origen de nuestras tribulaciones. Hermano de sinsentido de Samuel Beckett, su sosias polaco Slawomir Mrozek, es el trocito de Polonia que me llevo en abril, cuando todo se resiste a la vida, en tierras estériles, porque todo sigue yendo en picado desde que Vladimir y Estragón no saltaron, desde que Eliot prefigurara las sombras errantes de una Ciudad Irreal, y aquí estamos en Benidorm, primavera, todo haciéndose vivo en lo estéril de los esqueletos de hormigón.

Mi maquillaje debe ir a juego con mi estado de ánimo, al igual que mi música, al igual que mi ropa, al igual que las lecturas que llevo conmigo. Algunos complementos te acompañan, otros no, todos suenan igual, o al menos no deben contradecirse entre sí. Penderecki daría su visto bueno al final de la tarde. 

Hermano en el sinsentido, compañero de absurdos, coincidirían ambos en París, en el café, siempre los escritores que me gustan eran amigos en torno a algún café. Ojalá se recuperaran las buenas costumbres y ojalá algún café con escritores afines a mi en Valencia. Me gustaría que me recomendaran un sitio y reunirnos como se reunían Mrozek y Beckett.

"El árbol" es un conjunto de cuentos, todos muy actuales, con ese estilo completamente vivo que te coge por detrás y puede llevarte a bailar o a adormecerte para inducirte algún sueño muy loco. Y claro, cuando te despiertas te das cuenta de que no quieres agotar el libro y por eso lees los cuentos con cuenta-gotas. 




Y si no hay nada. Y si hay todo después de esta página. Después de esta otra. 

-Ninguno de los dos se movió.

lunes, 10 de abril de 2023

Emilio Adolfo Westphalen


Mucho he leído a los surrealistas peruanos y poco lo he comentado por el blog. Tengo un vídeo en mi canal de youtube leyendo el poema "Mundo mágico" de Emilio Adolfo Westphalen, que me fascinaba y que releía habitualmente hasta aprendérmelo de memoria. 

Ahora que está de moda Leonora Carrington, puedo hacer un alegato a favor de los poetas surrealistas peruanos, desconocidos en la península incluso entre la gente de letras, para quienes el nombre de Blanca Varela sí que es conocido, pero que, pobres de ellos, no han disfrutado de los poemas de César Moro o de Emilio Adolfo Westphalen.

"Simulacro de sortilegios" es, a todas velas y amuletos, lo que su nombre indica: poemas como conjuros, o si los conjuros fueran poemas estarían reunidos como los hace Westphalen, con palabras que invocan en susurros realidades que emergen tras heridas invisibles, gritos contenidos en lo voraz cotidiano: "vano embate de la sangre inocente /destemplada fiereza de terremoto detenido". Una pulsión de la que sabe hacer cuenta el poeta y lo hace emerger a través de sus palabras, el lector observa a través de la misa o ritual del símbolo frente a él, así es la experiencia de la poesía que brilla desde el pozo más oscuro, a veces el de la muerte y ahí es donde aparece el mundo mágico del poeta "tengo que darles una noticia negra y definitiva". Tan solemne como el mejor Vallejo en sus heraldos negros y tan coqueto con el absurdo como el más descarnado Beckett "escribía una carta infame, pero dije amorcitos".

Precisamente, Westphalen tradujo a Beckett y acercó la poesía de la Generación del 27 al territorio Latinoamericano, siendo amigo de Juan Ramón Jiménez, Guillén y sobre todo Cernuda. Asiduo a los cafés de París donde entablaría amistad con la crème del surrealismo y donde también trabaría hermandad con César Moro, el poeta de las tortugas y del alba (del cual también tengo un vídeo recitado en mi canal).

Me siento cercana a Emilio Adolfo Westphalen porque le habla a la María Elena que sueña y cuando sueño mi lenguaje es el suyo y conecto con mi espacio nocturno a través de estas páginas que guardan lo mágico y lo onírico. Lo mágico, también, que abriga el territorio limeño en nuestras tradiciones. Pienso en estos poetas y recuerdo a mi mamita Alicia y sus formas de sanar. Recuerdo el trozo de carne en mi cuello desprendiendo olor a vinagre. Sortilegios.

El poeta sin enigma desfallece.