sábado, 31 de diciembre de 2022

Javier Marías colándose por debajo de la puerta

 No podia dejar pasar el último día del año sin escribir una reseña sobre la primera novela que leo de Javier Marías y que escogí el día de su muerte.

2022 ha sido el año en el que falleció este escritor español y han sido sus fotos las que me motivaron a leerlo: me pareció jovial, jovial incluso con las décadas encima, con gabardina, con gafas, peinado y despeinado. Las fotos en blanco y negro de Javier Marías me parecieron elegantes, y por extensión, él también me lo pareció. 

No había leído nunca a Javier Marías. Tampoco lo tuve agendado. Sin embargo, el día que murió busqué entre sus títulos y me quedé con "Mañana en la batalla piensa en mi". Lo elegí por cómo sonaba, de ahí la importancia de un título. Empaticé o creé un vínculo con esa frase y, al mismo tiempo, se transformó en epitafio de un Marías consustancial, aquel que enuncia desde el otro lado.

No la acabé hasta anoche. Es mi profesión de ahora una profesión molesta cuando roba espacio para la lectura de libros que quiero por libros que no quiero. No se parece a otro tipo de trabajos en los que en tus interines puedes cogerte un libro, porque el libro que te tienes que coger en esos espacios muertos siempre serán los del trabajo. Anoche, decía, acabé con Javier Marías, con el que quedaba, y se me ha quedado flotando el epílogo y algunas reflexiones generales y más bien vagas, pero corro el riesgo de que se hagan cada vez más vagas e incluso evanescentes si es que no consigno por escrito al menos las que me pululan ahora mismo. Siempre es el momento más adecuado, la resaca del libro.

Iré de atrás para adelante, o mejor dicho, del final hacia el inicio: el epílogo menciona una aseveración de Cioran sobre la inutilidad de la lectura de novelas. Cioran no lee (leía) novelas porque son ficción y ya hay demasiada realidad como para ceder terreno a historias que ni siquiera han ocurrido. Marías defiende la razón de ser de las novelas arguyendo que son todo posibilidad, que si bien no han sido son la realización de una de tantas posibilidades que brinda cada camino a seguir. Es decir, defiende la potencia de realidad que hay en las novelas. Yo mientras leía esto pensaba en que lo verdaderamente importante de las novelas no es la potencia de realidad que hay en ellas (una historia verosímil o factible) sino que son un modelo en el que muchos podemos vernos reflejado: la anécdota de la historia puede ser una metáfora que cada uno asimila como quiere: mis reflexiones son diferentes a las que extrae el mismo autor sobre su novela. Esto es lo universal que hay en la novela. 

Javier Marías dice que su novela va de engaños: no meramente el hecho de que una pareja se ponga los cuernos, sino que a partir de la ocultación la vida que es para uno no es la misma vida que tienen de ti los demás. Gombrowicz hablaría del ser para sí mismo y de la mirada del otro que te deforma. Marías plantea una realidad entera imposible cuando existen distintas perspectivas. Y resume todo en el engaño y la ocultación, el papel que tienen en las vidas de las personas.

Para mí "Mañana en la batalla piensa en mi" ha sido una novela cuya potencia radica en la capacidad de contar: ya solo por esto me vale la pena. No me fijo en las novelas por sus anécdotas, sino por la forma en la que estas son contadas a través de un hábil narrador. Y Javier Marías lo es. No es trivial que sus primeras cincuenta páginas sean basadas en un simple encuentro que ocurre en unos quince-veinte minutos. Te devoran, esas páginas te devoran a ti como lector.

El título está extraído de una obra de Shakespeare, Ricardo III, a la que hacen alusión en la novela. El protagonista, un raro alter-ego del escritor (a mi parecer), es el encargado de relatar toda la historia en una especie de monólogo silente, a lo Molly Bloom, casi en su totalidad. Tras pasar los primeros veinte minutos de la historia, vertiginosos y tensos, te cuenta lo que hace el personaje y sus elucubraciones: recuerda a cualquier personaje de Camus o existencialista, que por evitar males mayores acaba cometiendo actos torpones y aparentemente irreflexivos. Aquí radica el juego de la novela, las decisiones del protagonista, su forma de calibrar y sopesar caminos, sus encrucijadas y el hecho de cometer no llega a delitos, pero sí situaciones extremas en las que se ve envuelto, y la forma en la que te hilvana los pensamientos para que puedas llegar a comprender a un personaje que "se complica las cosas".

Hay una historia de flashback que resulta muy interesante y que introduce una de las reflexiones de la novela: el hecho de devenir un "coyacente", cuando alguien con quien has tenido relaciones sexuales las tiene con una persona nueva te hace coyacente de esa persona. El protagonista vuelve a esta reflexión en diferentes momentos, le parece que en alemán hay un término para este concepto. Vuelve a esta idea por el extrañamiento que de ella le embarga cada vez que se cruza con algún coyacente: "me ha hecho coyacente de este señor pusilánime", como si dijera de tanto en tanto.

El protagonista es simpático hasta cierto punto, porque derrocha una mirada masculina muy fuerte, poco apta para pasar el filtro feminista de hoy en día. El mío no lo ha pasado: es un protagonista putero, un poco salidorro (bastante), habla de a dónde se le van los ojos y la incapacidad de los hombres de poder reprimir esa mirada hacia una mujer, le falta anotar puntuaciones en base a los cuerpos femeninos, es voyeur, un tanto de stalker, persigue a la hermana de la muerta e incluso da por hecho que se la va a ligar, además de (y lo peor de todo) sólo yacer con féminas que podrían ser sus hijas. Se habría salvado un poco de haber hablado de alguna mujer mayor que él, o que le gustara alguna de su edad, pero ni eso, es como si para alguien de ese perfil el target fuera única y exclusivamente el target de jovencitas. Un poco de miedo, sí.

Desgraciadamente, retrata un tipo de persona que existe, digo que aunque no nos guste es así y está muy bien descrito y explicado. El personaje está bordado, le lees todos los entresijos mentales. La historia está muy bien trabada y el final cierra de forma excelente. Sin revelar la anécdota principal esta sería una reseña posible de una buena novela como es "Mañana en la batalla piensa en mi". Esperemos, pues, que este Víctor, (el protagonista de la historia) no sea un trasunto de nuestro Javier Marías, por todo lo que he expuesto antes...aunque mucho me temo que nos da pistas de que sí: cuando da un nombre falso dice Javier y además te lo describe como un escritor aficionado (un negro, como le llaman a los escritores que escriben por encargo). Sin embargo, este Víctor es capaz de comer en restaurantes pijos londinenses al mismo tiempo que un Mac Pollo del Mac Donalds... Yo le doy el beneficio de la duda.

Javier Marías fumando como el prota de "Mañana en la batalla piensa en mi"