sábado, 6 de abril de 2024

El escritor y sus fantasmas


Que Sabato le haya puesto ese título a su libro de reflexiones literarias hace pensar en esa bruma que envuelve al escritor cuando no está escribiendo. Escribir sería sacar a esos fantasmas al aire, desempolvarlos, para que en el acto de la escritura cobren una entidad más concreta. Todo lo que no pertenece a la literatura, entonces, sería fantasmagórico. 

Pocos libros tengo a los que recurro como si fueran manuales de consulta y éste es uno de ellos. Otro sería, por ejemplo, el Libro del desasosiego. Ambos tienen en común que abras por donde abras el libro puedes orientarte y hallar un motivo para pensar, el hilo narrativo no es lineal, sino que están hechos a retazos.

La ventaja es que nuestra mente va también a retazos y a veces se enreda, se fragmenta y se recompone. Otras veces funciona en círculos y un libro de este formato tiene todas las licencias para volver a indagar en temas tratados previamente, desarrollarlos desde el contexto, desde la opinión personal, desde la historia...

La paradoja de la creación novelística consiste en que el escritor debe dar en una obra que es forzosamente finita una realidad que es fatalmente infinita.

 Al hacer esta afirmación, Sabato se muestra contrario al posmodernismo de incluir fragmentos de cartas o pesquisas reales que podrían sazonar una obra de ficción (al estilo de un Vila Matas o Javier Cercas) porque afirma que sólo lo irreal bajo apariencia de verosímil es lo que tendría que tener cabida en la literatura. Sin embargo, defiende la entidad de la novela que ha ido deconstruyéndose como un conglomerado ecléctico y en permanente cambio (aún teniendo para él esos límites antes mencionados) porque dice que la novela aún está en auge y, sobre todo, desde el surgimiento de la novela moderna, cuando la crisis del hombre empieza a iluminar los dilemas que plasmarían los escritores en la ficción (igual que en el teatro, cuando pasa de estar focalizado el problema fuera del hombre a dentro del hombre, que es cuando empieza a hacerse más complejo). Es curioso que cuando Sabato expone sus ideas sobre la novela del sXX no podemos evitar comparar con todo el andamiaje de las preocupaciones del sXXI y lo fluido y permeable que son las identidades, así también serán de fluidas y permeables sus novelas.

¿Imaginaría el argentino una novela tan fluida? ¿Qué diría al respecto? Viviendo en la época del poliamor, no binarismo, lo queer, el género fluido y etc... una novela que quisiera seguir el ritmo de todo este abanico de identidades es una novela más poliédrica que nunca. La soledad, el absurdo y la muerte, como temas pascalianos que Sabato menciona hacen más "real" una novela contemporánea a su tiempo y afirmando que no valen los parámetros ni las concepciones del sXIX para estudiar la novela del sXX, asímismo vemos que con la del sXXI pasaría igual: cabe tener en cuenta unos cánones propios de su tiempo.