lunes, 29 de octubre de 2018

Turandot. O Giacomo Puccini es un príncipe y una princesa a la vez



Esta es la penúltima función de Turandot, de Giacomo Puccini, en el Palau de les Arts de Valencia. Debido a la indisposición médica de la cantante Jennifer Wilson lo primero que oímos al sentarnos es la aclaración de que Teresa Romano hará el papel de Turandot.
Turandot es una mujer altiva, básicamente. Una princesa que se hace de rogar, de las que han tenido un pasado que las deja astilladas y que se niega a repetir el infortunio de sus ancestros. Por eso no quiere casarse con cualquiera y plantea tres enigmas que sabe que son difíciles ... todos sus admiradores son decapitados al fallar. Ella ríe y su fama de mujer cruel es extendida. Es gracioso así contado, puesto que vemos en ella al arquetipo de “mujer difícil”, y además será lo que el príncipe que se empeña en conquistar su corazón verá como un motivo más para ir detrás de ella, como un reto.
Pero bueno, ya sabemos que las historias del pasado eran así.
La cosa es que está situada en China (fue prohibida durante mucho tiempo ahí). El Tao se menciona muy al inicio de la obra y la expresión de los “diez mil seres” para hacer alusión a todo lo que uno quiere que sea eterno será muy habitual en el texto de la representación. Así, pues, recuerdo mi año de estudios orientales, allá en Lima, en la Pucp, cuando cogí esa asignatura de libre elección en la que estudié el Tao, que el tao llamado tao no es el tao eterno. El nombre que puede ser nombrado no es el verdadero nombre.
Pum.
De pronto, el príncipe que corteja a Turandot está dándole un acertijo también. Su nombre. Decir su nombre.
El nombre es apresar.
Lo que se nombra se posee.
Y la melodía que todos conocemos empieza a sonar ahí, en el segundo acto, mientras él dice di mi nombre y al alba moriré.

También he recordado aquel libro infantil por el que leí por primera vez este tipo de historias... Flor de leyendas, de Alejandro Casona.
Las mujeres inciertas.
Anillos y promesas.

Lo de los acertijos planea sobre el concepto de la esperanza, cierta nota melancólica, algo que creemos perder y al final vuelve.

Como dato curioso cabe apuntar que fue la obra que dejó inacabada Puccini, al morir de un cáncer de esófago. Otro dato es que era un hombre muy mujeriego, su mujer lo acusó de infidelidad con una criada, que más tarde se suicidaría, como la criada de la obra Turandot.
Giacomo Puccini, quizá, está en el príncipe al que las mujeres aman y también en la princesa que todos temen, pero que en el fondo es frágil ante lo sensual, sólo que lo enmascara.

La gente en sus asientos aplaude a la música más que a nada, esta vez la ovación se la ha ganado Alpesh Chauhan.


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