jueves, 25 de abril de 2019

Me siento identificada con Border




¿Es malo que me sienta identificada con esta película?
Es una película hermosa.
Me gusta cómo sabe contar una historia que parece drama y vamos descubriendo que las imágenes que surgen alrededor de sus protagonistas son la alegoría de una distopía interior, la de mi vida, quizá, en la que los demás pertenecen a una raza diferente a la mía y sólo me doy cuenta cuando encuentro a un ser especial, justo como yo, forjados por una mitología inexistente, pero que nos hace cuestionar la realidad de la cosmogonía científica y como-debe-ser.
Es inquietante descubrir que pueden representarte con un exterior amorfo, lo supuestamente amorfo no lo es tanto. Según qué parámetros. ¿Y si en mi propia realidad lo sucio significara limpio? ¿Y si se supone que debería de haber estado comiendo gusanos? Lo mismo pasa con el alma.
Puede que desde Freaks de Todd Browning no me encontrara con lo monstruoso tomando venganza frente a lo canónico de la forma en la que Border lo hace. “Para que sientan lo que nos hacen a nosotros”.
Todos sabemos del discurso sobre la alteridad y el miedo que el Otro ha representado para lo imperante. Un ejemplo típico es la amenaza que representaba ese otro, indígena, cuando aparecieron nuevos mundos. Miedo es la base para la construcción de todo ese discurso. El miedo al diferente lleva a la mayoría a segregarlos y al final... esa posibilidad de que exista un grupo de “otros” en algún paraje no imaginario puede significar algo lo más cercano a la esperanza.
Por eso me hace sentir lo agridulce, a través de esa esperanza. Realmente califico a esta película de esperanzadora.


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