viernes, 21 de febrero de 2014

Solipsismo

Es lo que entraña, también, un círculo y además un ombligo.

Demasiados versos de memoria me sé para no ser parte de ello.


jueves, 20 de febrero de 2014

Trabajar en la retracción de rostros

Volver a dar un examen del pasado con la aplastante vejez del presente.

Que tu propia vida sea como una película que no has visto pero que te cuentan: "has hecho esto, esto otro..." y ser como ese tipo de borrachos que se cogen la cabeza y dicen hermosamente ingenuos en sus resacas: "no recuerdo nada de eso".

Que a quienes quieres debas dejar de quererlos porque ya no te quieren o nunca te quisieron (trabajar en la retracción de rostros, que diría Gamoneda).

Verte en una telaraña de embobamiento sin posibilidad de avanzar o de retroceder, sin margen de movimiento.

Descubrir que das vueltas al mismo círculo y que te recuerdas al rinoceronte traumatizado del circo (que murió así) y que si no sales de ahí te esperará la misma suerte. Ese círculo "esperanza" y que alimentas imaginariamente de ilusiones... pero que es la misma, inútil ilusión disfrazada de colores nuevos y trajes importados. Y te haces mayor. Y sigues dando vueltas mediodormida. Te parece objetivamente patético, pero te repites "son importados, son importados...".

Ya no me sirve nada de esto, a quién pretendo engañar.


jueves, 6 de febrero de 2014

¡No está de moda ser sartriano!

Y menos aún en el centenario del nacimiento de Camus. Es así, ahora está más de moda ser camusiano. Lo respiro a mi alrededor, lo existencialista está aún hoy en día encasillado. Creo que es muy interesante seguir cuestionándonos por lo que llamamos "existencialista". La semana pasada asistí a una conferencia en el Instituto Francés de Valencia, titulada "Albert Camus y el existencialismo" y exponía Inmaculada Cuquerella. Me gustó refrescar ciertos conceptos, ciertas lecturas, que siempre han sido de mi predilección. Que quede claro que yo era una lectora camusiana en el pasado, no hace mucho, cuando tenía unos veinte años. Pero poco a poco me he ido haciendo más sartriana. En un momento de la conferencia, Inmaculada dijo "espero que no haya ningún sartriano entre nosotros"... yo di un respingo en mi asiento, como quien se ve acorralado o descubierto en medio de alguna fechoría. Sí, lo admito. La culpa la tiene "El ser y la nada" y el NEC HERCULES CONTRA PLURES gombrowicziano. La cantidad que cae como una pesada losa encima de nosotros, ni Hércules pudo con esa multitud, ni nosotros podemos defendernos de la mirada.

Para empezar a pensar en todo esto es necesario tener en claro qué es ser existencialista. El existencialismo básicamente plantea que la existencia precede a la esencia. De aquí podemos diferenciar que hay existencialistas cristianos (Kierkegaard, por ejemplo) y existencialistas ateos (Sartre, por ejemplo). En la conferencia de la semana pasada se partió de las tres consideraciones sobre Camus: si era existencialista, si no era existencialista, y si sólo era existencialista en sus primeras obras. Cuquerella (y con ella muchos de los autores que yo he consultado, por ejemplo, Francisco Gutierrez Sánchez o Charles Moeller, el autor de "Literatura del siglo XX y cristianismo", por citar un par de muchísimos) defiende la postura del no existencialismo camusiano. Yo sabía lo que aquello entrañaba: hablar de la esperanza sobre todo. Esperanza que distingue a Camus con respecto a otros escritores de su generación y de su 'círculo'. Por eso, subrayan los defensores de esta postura, se habría distanciado de su otrora amigo Sartre. Y, por supuesto, el recalcar que Camus mismo promulgó su no adherencia a esta corriente literaria.

Cabe resaltar que el existencialismo no gozaba de prestigio en aquel entonces. Todo era llamado "existencialista". Sartre en "El existencialismo es un humanismo" apunta una anécdota muy curiosa e ilustrativa; dice que una señora cuando soltaba una grosería decía "ay me estoy poniendo existencialista". Era, pues, una marca de Caín, una vileza mostrarse existencialista. Es lo que pasa con las modas o con lo que podemos ver ahora mismo con el posmodernismo. Yo también he escuchado "eres un posmoderno" para referirnos a algo negativo. Yo misma lo he utilizado.

Me pareció muy interesante en la conferencia del otro día que se recordara el 'animismo' de la obra de "El extranjero": la naturaleza siempre presente y el protagonista dejándose llevar, en reacciones animales que le exoneraban de cualquier responsabilidad, puesto que los animalitos no tienen conciencia. Sí, es verdad, no hay un amargor de "reflexión" a lo Sartre ni profundizaciones en esos personajes que tan sólo viven, pero eso no quita que la obra nos haga o nos lleve a otras reflexiones a sus lectores. Tenemos que tener en cuenta que quienes niegan el existencialismo en Camus hacen una extensión de la persona a la obra. Está claro que sus obras entrañan una denuncia (pero el existencialismo tampoco es pasivo, lleva a la acción, como nos recuerda Sartre en su famoso ensayo) y que quieren buscar el valor de la existencia. Pero el hecho de que Camus haya sido en vida activista, un hombre comprometido, combativo, defensor de la vida, etc; no quiere decir que su obra no desentrañe los rincones más aciagos del ser. Que aporte esta importancia a la subjetividad lo hermana con el existencialismo. Y ojo que el existencialismo no es siempre sinónimo de tristeza y negatividad. El problema es que se crea esta lectura del existencialismo como plenamente acobardada y pasiva. Los temas de la obra de Albert Camus son de un gran contenido existencial y más allá del lenguaje empleado: no por decir "sinsentido" o "absurdo" vamos ilusamente a englobarlo con los de un cierto sector (aunque sí que podemos ver estos términos como claves o como pistas de lo que se está tratando, es innegable).

El dilema camusiano de que la realidad permanezca inalterable, aunque nuestros actos intenten condicionar en balde, es un dilema que junto con el de la idea de libertad, o la no pertenencia (el ser ajeno a uno mismo); se repiten en los textos existencialistas. El existencialismo habla de la moral del hombre, del hombre que se define a sí mismo y define a otros en el transcurso de su vida y no antes, y todo el sinsentido final es producto de una existencia desgraciada que se impone cuando hagamos lo que hagamos no podemos moldear la realidad a nuestro antojo. Camus lo intenta y ve la luz al final del túnel. Hace asomar la esperanza. Pero esto no tiene por qué apartarlo de su inquietud existencial, aunque nunca haya una conciencia desgraciada a la manera de Hegel, o un absurdo de espera vacía a la manera de Beckett. Por esto simpatiza tanto a los teóricos cristianos, quizá, porque a veces Camus canta a la vida.

Quizá, el meollo de todo el asunto sería la confusión con respecto a lo que se considera existencialista. Si por un lado se cree que el motor sería una angustia que lleva a la acción, o por otro lado una angustia paralizadora, estéril.
No todos los existencialistas son tristes.

Mi amado Sartre a la izquierda y su rival Camus a la derecha


Iba a acabar el post, pero acabo de leer (buscando una imagen, he leído un artículo) "Onfray se queda con Camus, y la mayoría también" y apuntan los rasgos virtuosos y combativos de Camus (antifascista, humanista, etc) y los rasgos antisociales de Sartre (orgulloso, pedante, seguro de su talento, e incluso una afinidad con el nazismo). Vuelvo a mantenerme firme: la obra por completo independiente a la figura de su autor, por favor. Sí que es necesaria la biografía para entender ciertos elementos, pero ésta no influye en mi capacidad para admirar la obra de determinado escritor. Léase Sartre, léase Céline o Vargas Llosa, da igual.