martes, 21 de junio de 2022

Irene Némirovsky sobre Chéjov

Mi amiga Lorena, a la cual conocí en clases de ruso hace más de una década, me hace este precioso regalo con dedicatoria, aún más preciosa si cabe. Todo está atado: autores rusos, ella y yo, la edad simbólica de cuarenta años. En la dedicatoria, además, resuena una frase hecha "apuró la última copa de champán" como quien dice que vivió al límite, pero Lorena hace un guiño al hecho de que realmente Chéjov bebió su última copa de champán justo antes de morir, como una despedida por todo lo alto. Chéjov es un símbolo encarnado, el símbolo de lo que ahora llamarían resiliencia, muchísimo antes de la moda de tatuarse esta palabra o de llevarla en descripción de bio instagram. Gracias Lorena por acentuar estos símbolos y hacer estos juegos que no hacen más que darme ganas por retomar nuestra pasión rusófila.



Lo primero que sentí fue una sensación agridulce al enfrentarme a esta lectura: me llamaban los personajes, pero el género biográfico se me hacía (preconcebidamente) un poco tostón. Nada más lejos. ¡Qué equivocada estaba! Lo mismo que pasa cuando lees una traducción de poemas de Celan hecha por José Ángel Valente, exactamente se da aquí: una biografía escrita por una autora como Nemirovsky es un placer literario, puedo afirmar que he leído esta biografía como si de una novela se tratase. De pronto, estoy inmersa en la historia de un niño que pasa frío, de familia numerosa, que no duerme y debe trabajar y estudiar a la vez. Un padre fanático que se entrega a la religión como otros a la bebida. Una madre que llora y unos hermanos mayores de talento desaprovechado. Antón será el serio, tendrá ese halo de niño misterioso y lejano hasta el final de sus días.

Pero poco a poco vemos cómo este sobrevivir paralelo a su profesión y sin dejar de lado su afición por la escritura va mutando. Chéjov estudia medicina y no deja de escribir para periódicos locales, escribe muchísimo, cuentos sin parar. Me llega a recordar a Pío Baroja: sus cuentos ligeros son lo que la gente le reclama, sus dramas (lo serio en el ruso) no serán bien recibidos hasta mucho después. 

Así como la infancia de Chéjov se desmarca de la de Dickens, en el sentido de que ambos viven ciertas condiciones que sirven de inspiración para sus obras (una infancia manchada por la pobreza) pero que desde Dickens se siente emanar una humillación y en Chéjov no hay lugar para eso; con respecto al tratamiento que se da de los campesinos (mújiks) se traza un paralelismo con el resto de escritores de su época: Chéjov retrata al pobre sin romantizarlo y los aristócratas no están dispuestos a perdonar este atrevimiento.

Decía que en Chéjov no emana esa vergüenza de ser pobre, esa injusticia o melodrama almibarado de los personajes dickensianos, pero por qué. Nemirovsky nos pinta bien el carácter de un hombre desencantado, a lo Vladimir y Estragón cuando ya no quieren siquiera pensar en tirarse de ningún sitio porque ya nada importa. Un hombre de desencanto sereno. Chéjov es la serenitud que ha traspasado la pobreza, que conoce de la picardía del pobre (en un pasaje hacen pasearse a los hermanos con los patos para que vean que también ellos comen pato) y que valora la propiedad porque sabe lo que es tener que pagar un alquiler y perderlo todo (cuando pierden la casa). En un momento avanzado en la obra, cuando Chéjov ya vive desahogadamente se le compara con Tolstoi, para quien la propiedad no era nada interesante: "Tolstoi enseñaba que la propiedad es un mal. Pero, para Chéjov, ¡qué alegría ser propietario! No volver a pagar alquiler, sólo eso ya era fantástico". 

Pero Chéjov está señalado por la enfermedad, y esto será decisivo a la hora de ver reflejado en sus escritos el sinsentido; late la desazón, porque para él la nada del telón final que cae tras la representación de nuestras vidas es lo siniestro por antonomasia. Así lo afirma: "Si el individuo desaparece tras la muerte, la vida no existe. No puedo consolarme pensando que me fundiré con los suspiros y los tormentos de una vida universal cuya finalidad ignoro. Convertirse en nada es siniestro. Te llevarán al cementerio y, después, la gente volverá a su casa y beberá té. Es horrible pensar en eso". Y lo pensaba. Es por eso que desde temprano sus obras tienen esa pulsión sombría por debajo, aunque estuviera obligado a escribir fácil y ligero. Hay una amenaza que él muy bien conoce, más aún en su calidad de médico, y por eso tiene muy en cuenta que no puede escapar al designio de la muerte. Su vida es trágica y serena como quien sabe del final antes de haber vivido siquiera. Su amor es fiel y triste, como del que habla Rene Char en el poema, y cae como un milagro del bolsillo, un milagro que es un reloj. Así conoce a su mujer, los últimos años de su vida, apacible, burbujeante en el champán.

No es casual la disposición de las imágenes, nótese cierto parecido entre la que reseña y Nemirovsky
No es casual la disposición de las imágenes, nótese cierto parecido entre la que reseña y Nemirovsky


jueves, 16 de junio de 2022

jueves, 9 de junio de 2022

Presentación 2022


Parece ser que mi plan ha sido prestar más atención a mi blog, (que por lo que se puede ver en la barra contabilizadora de publicaciones ha ido decayendo estos últimos años), así que es momento de hacer una nueva presentación con mi vestido favorito (y muy retro) de este verano. 


Siempre tuve ganas de ir a China como viaje especial. Nikita dice que lo que quiero es hacer un viaje temático a la pobreza, y añade que lo que me gusta de China ya lo he visto en Moscú. Él no entiende mi idea de China como entrar dentro de una de esas grietas por donde se cuelan en fila india las hormigas y que dentro sería estar como una hormiga más. Lo más parecido a viajar al espacio exterior o a sentir el vértigo del abismo (la experiencia sublime con anonimato y vertiginosidad incluidas).

Mi hija me ha prometido que jamás se hará adolescente. Es decir, ya la he preparado sobre esta especie en particular y afirma categóricamente que no le gustan y que no quiere pertenecer a ese gremio. Le he dicho: tú también serás adolescente y las adolescentes reniegan de sus madres. Te enemistarás conmigo. Ella dice que no, que no lo hará nunca. Al principio dudaba de su promesa, pero me ha pedido que lo escriba y así ella lo podrá recordar de mayor. Tengo pensado escribir un cuento que empiece con su propósito.

Sigo colaborando en una librería del centro de Valencia, una con mucho encanto, que se llama El Doctor Sax. Dentro, además de reseñar libros, cumplo la función de psicóloga de seres proteiformes. La teratología siempre ha sido mi fuerte.

A veces imagino que la novia de mi ex marido duerme en el colchón de mi sangre menstrual, es un hecho altamente posible. Y pienso entonces, mi sangre sigue ahí, y tú sueñas acurrucada sobre mi sangre seca.

Con respecto a conseguir un carnet de coche ya he comprobado que soy el albatros de Baudelaire. Ni tests de autoescuela, ni descifrar mapas ni rutas de GPS. 

exiliado en el suelo en medio de las burlas,

sus alas de gigante le impiden andar.


The return of lady Vengeance

martes, 7 de junio de 2022

Estupor y temblores o Amélie Nothomb podría ser yo



Nunca había leído a Amélie Nothomb excepto en fragmentos de mis libros de clase de francés, hace años. No había llamado mi atención tampoco, quizá por mi esnobismo natural de despreciar la lectura de moda contemporánea. Sin embargo, esta lectura, otra vez veraniega (hace poco leí a Tolstoi en Sonata a Kreutzer y también pensé que se me estaba adelantando el verano) me hace pensar en mi mood, deseante y ávido de lecturas frescas. Siempre me pasa cuando estoy acabando el curso académico y llevo hartazgo de lecturas impuestas. A pesar de que estoy de cara a los exámenes (mejor dicho me tienen rodeada, más que estar de cara a ellos estoy acorralada) mi parte lectora se rebela de mi vida, del resto de mi vida. Se ha desbocado y ya no puede parar. Elijo el color, elijo a Amélie, ahora sí.

Y no podía ser más correspondida. El otro día suspendí el teórico del coche. Un examen para el que me había preparado muchísimo durante meses y para el que todo el mundo me decía que "cualquiera" puede aprobar. Amélie, la protagonista de la novela semi autobiográfica de la autora, se siente retrasada mental y se acepta como retrasada mental al no poder hacer las labores "sencillas" de contabilidad o papeleo que le piden en la empresa para la que trabaja en Japón. Llega a sentirse realmente idiota y la tratan como tal. Ella no deja de esforzarse, vive en la oficina, duerme ahí, se aplica y se esfuerza. La función repetitiva, mecánica y de contabilidad se le escapan a su mente, creativa y dispuesta. Quizá, a ambas nos une el espíritu del albatros de Baudelaire y no nos podemos constreñir a unos datos fijos, aunque queramos. Y aunque queramos nuestras mentes se elevan alto. Y sí, nosotras queremos amarrarlas al suelo, como un globo con helio atado a una roca, pero es claramente un corsé mal puesto.

Esta identificación me acompaña y la entiendo. Además, como he señalado en la mini reseña de la librería El Doctor Sax, hay una primera asociación fonológica con el título de la obra más famosa de Kierkegaard "Temor y temblor". Digo ahí: ¿O quizá son más las tribulaciones de la joven protagonista que debe luchar (en el sentido de la lucha agónica unamuniana) en una sociedad diferente a la occidental las que estarían en consonancia con el título del existencialista? 

En realidad, el título hace referencia en Nothomb a la actitud sumisa con la que uno se debe dirigir a sus superiores en Japón: 

El antiguo protocolo imperial nipón establece que uno deberá dirigirse al Emperador con «estupor y temblores». Siempre me ha encantado esta fórmula, que se corresponde perfectamente con la interpretación de los actores en las películas de samuráis, cuando se dirigen a su superior con la voz traumatizada por un respeto sobrehumano.


Los valores están subvertidos en la realidad que se pinta en la novela, por tanto un acercamiento a la cultura nipona a través de los ojos de Nothomb es una aventura interesante, en la que encontramos un mundo nuevo en medio de lo cotidiano. Y a pesar de que contamos con datos sobre el pueblo japonés y sus famosas altas tasas de suicidio o sus jóvenes hikikomori, también podemos perfeccionar un mundo de castas a la antigua, en las que el honor y la humillación son hermanas siamesas.

El calvario de la protagonista, su camino de espinas no está exento de rosas: la antagonista es una hermosa japonesa a la cual pinta hierática, lejana y altiva.  Cada enfrentamiento es una oscilación entre el masoquismo y la contemplación ante una obra de arte, cual síndrome de Stendhal. Amélie se siente entre fascinada y aplastada. Pero su alma de escritora se queda en suspenso (levita) por encima de ciertas situaciones y nos hace las mejores asociaciones de palabras: en este libro he aprendido que en japonés divinidad, cabellos y papel se dicen con la misma palabra. Aún intento trazar la analogía, el valor oculto que las une. 


*nota mental para dejar constancia en algún sitio y recordarme para escribir en el futuro: una reseña en la que haya leído Sed de Amélie Nothomb y relea otras obras que conozco en las que se menciona la vida o partes de la vida de Jesús...

lunes, 6 de junio de 2022

Wozzeck

 



Hace cuatro años que no volvía al Palau de les Arts de Valencia, desde Turandot, y he vuelto con esta obra de Alban Berg, la más famosa de él, llamada Wozzeck.

Lo primero que uno puede comprobar es que se trata de una obra mucho más moderna de las que vemos usualmente en la programación. La música es atonal, va por libre de una melodía típica y conecta con el estadio alterado del personaje principal. El uso del escenario es sobrio, oscuro y denso: asemeja a la saga Cube por momentos y es que no puede ser de otra forma ya que lo que intentan transmitirnos es una pesadilla. Viendo imágenes de la representación actual de Wozzeck en Cataluña podemos decir que tanto ahí como en Valencia son diferentes formas de representar una pesadilla. En este caso entran en juego los trampantojos (reflejos fantasmales, aparatos que dan o quitan profundidad, efectos caleidoscópicos...) y los símbolos (el agua, el vestuario y maquillaje, marionetas, las palabras pintadas...).

Wozzeck va avanzando los primeros minutos y viene a mi mente la palabra oscuridad. Una forma de narrar la oscuridad. Y esto conecta con el desgraciado protagonista que sentenciará el trasfondo de sus males afirmando que el hombre es un ser abisal, en el que mirar dentro da vértigo. Es lo que vemos reflejado en el uso del espacio, el agujero negro y lo abisal del pecho de Wozzeck es la aparatología y vacuidad de esta puesta en escena, como un forado profundo que estuviéramos viendo de la disección del personaje.

Además está el recuerdo del agua goteando, como una tortura y como imagen de las penurias del pobre. En esto recordé Parasite (segunda alusión a películas que hago en esta reseña) y el símbolo del agua asociado al marginal. En esa película casi puedes sentir el sudor. En Wozzeck hay un momento en que el padre ve dormir al niño y dice: "incluso durmiendo los pobres tenemos que sudar" y del cubo suspendido que hace las veces de hogar van cayendo las gotas...

Otro de los factores simbólicos que un espectador distingue en un primer momento es la caracterización de todos los personajes con respecto a la familia de tres Wozzeck, Marie y el niño. Sólo estos van con la cara libre de maquillaje a lo Roy Anderson (tercera referencia fílmica). Los mimos siniestros que escampan por el escenario, sus maneras monstruosas de moverse, lo blanco y negro de sus maquillajes y sus uniformes decadentes son ejemplo de lo que es una pesadilla delirante y del carácter de sus personajes. 

Los antagonistas, el doctor, el capitán, el tambor, son seres distorsionados y grotescos. Tan solo hace falta un poco de obra, y ya vemos a Wozzeck siendo torturado en una especie de artilugio de experimentación. Tal cual Saw (cuarta referencia cinéfila). Ópera terror, oscura, no apta para menores.

Sin embargo, no está exenta de poesía. Yo he recordado Todesfugue de Celan por momentos y como filóloga me atrevería a comparar la figura de repetición en poesía con el uso de algunos elementos visuales en esta obra, los fantasmales seres de negro que salen y aparecen debajo del cubo portando sus mensajes. Equipararía estos mecanismos para acentuar la repetición y el vaivén de una letanía. En mi mente sonaba el "tus cabellos de oro Margarete, tus cabellos de ceniza Sulamita". Y la queja de un desgraciado que por ser pobre y de origen indigno tiene un destino fatal.