miércoles, 29 de octubre de 2014

Anoche y esta mañana

Anoche


Me acordé de mi con diez años llorando y rezándole a un santo porque creía que mis notas del colegio habían bajado. Ahora sonrío porque ese problema que se me ha quedado grabado, ya que mi cerebro lo consideró importante, es tan ridículo... y ni siquiera es un problema porque podía tomarme en serio el deber, hasta más que a mi misma. Me gustaría poder invertir mi estado actual con el de aquel entonces. Le habría sacado mucho provecho al estatismo este, seguro que habría sabido qué hacer con él.


Esta mañana


Me doy cuenta de que todo lo que estoy haciendo este mes, estas dos últimas semanas más precisamente, tienen que ver con la reflexión sobre el canibalismo. Viene y se me posa encima de los papeles y de mis ojos. Es curioso, que lo que esté leyendo e investigando sea una novela que trata este canibalismo ("El entenado", de Juan José Saer, además de otros temas trata el canibalismo... es normal que al ser un rasgo morboso de la historia se me quede revoloteando más que otros) y la serie que esté viendo ahora (cuando yo nunca veo series) sea la de Hannibal, y en las imágenes se dan platos preparados de supuesta carne humana, muy bien decorados con música de clavecín de fondo o de theremin y piezas tipo el Aria de las Variaciones Goldberg o la Balada número 1 de Chopin... El dilema de la carne es una patada a mi debilidad.





domingo, 19 de octubre de 2014

Metasueño

Mis sueños son bien definidos, siempre lo digo. Colores, lugares, espacios, dimensiones. Tienen más detalles que la arquitectura de mi cotidianidad diurna (quizá por eso a veces dudo de esta realidad). En el diálogo es más enrarecido, con esa lógica que dentro del sueño es aplastante y que cuando despierto pienso "qué pena esto para transmitirlo en nuestro lenguaje de racionales". Suelo tener meta-sueños, en los que se trata del acto de soñar en sí, mis reflexiones y mis discursos indagan en las leyes de mis sueños: anoche mientras iba en un coche hacia atrás (no conducido por mi) por un garaje de caracol pero bastante amplio, sin techo y en forma ascendente... yo pensaba en que no importaba en dónde me dormiera porque siempre al día siguiente me despertaría en la cama. ¡No importara en qué lugar del mundo acabara, lo más lejos de mi casa... porque de todas formas al día siguiente estaría allí, en mi cama! Y era de noche en el sueño, y se acercaba la hora de dormir. Dormir del sueño, despertar en la realidad diurna. Es extraño, el metasueño reflexiona sobre el sueño como si fuera una realidad distinta con sus propias reglas e independiente a ésta en la que escribo. Independiente, pero con una conexión, donde tú terminas empiezo yo y viceversa, parece decir la lógica del sueño. Pero el hecho de pensar "no importa donde acabe, siempre te despiertas en la cama" no se hacía con el tipo de pensamiento con el que cuento ahora. Se hacía con uno muy diferente, como si esos lugares fueran los de verdad y la cama como lo ajeno. No sé si me explico.

Aunque había algo de alivio en todos esos pensamientos míos lanzados al aire de las paredes de mi sueño: puedo alejarme todo lo que quiera, parecía repetirme.

jueves, 16 de octubre de 2014

Ser la mano de alguien

Quiero escribir seis entradas contando ésta, hasta llegar a final de año y, sin embargo, hay días en los que habría podido escribir sobre diferentes ideas que hoy mismo no me inspiran. Sé que habría podido escribir de una forma interesante sobre ellas, de forma que esas ideas se tornaran interesantes, pero si lo hago ahora mismo no lo serán, porque ahora mismo o no me "transportan" (al lugar de la evocación, a un sitio dentro de mí misma que podría yo analizar y señalar con colores y características casi visibles... ahora mismo no las veo) o ya están tan lejanas que mi memoria (a veces precaria) no puede transmitirlas con fidelidad. Una de esas ideas es la de no ser la mano de nadie. Quería explicar el hecho de que todas las personas que conozco que han tenido pareja han ido de la mano con esa persona en algún momento: por la calle, andando por ahí, etc. Yo no he dado la mano de nadie y no me han querido llevar así. Me ha parecido curioso, pero ahora contado desde mi situación actual de no-inspiración suena completamente anodino, como a no-trágico, completa y absolutamente desprovisto de cualquier intensidad. No es nada especial y cuando pensé por primera vez en escribir al respecto seguramente que lo hubiera sido. Hubiera creado una situación de alarma y en torno a ese hecho se habría señalizado claramente con la gravedad de un luto, de un perpetuo fallecimiento. Las veces posteriores que pensé en escribir sobre ello podrían haber hecho de ese cadáver hasta un suceso medianamente interesante. Hoy no lo es. Hoy es como si dijera que voy a una clase en diez minutos y no ha pasado nada y nadie se conmueve al respecto.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Lima

Una alegoría de mi encuentro con Lima: olvidada y aplastante.

Foto de Guillaume Lemarié