jueves, 7 de marzo de 2024

Hölderlin, poesía y pensamiento. O somos un signo sin interpretación

Somos un signo sin interpretación
Somos un signo sin interpretación


 

El título de este libro que reúne ensayos en torno a la figura del alemán es bastante preciso: hay una línea que los une a todos tratando las cuestiones fundamentales de la vida (su vida), del ser en general, de la patria o la memoria, etc; en las que Hölderlin tocaría lo que es el lenguaje y sus límites y cómo la creación literaria se encarga de algunos aspectos a los que el pensamiento (o la filosofía) no llega. Por ejemplo, en el ensayo titulado de Hölderlin y el idealismo, de Johann Kreuzer, el lenguaje expresado en el lenguaje del arte, en la poesía, es el que cumple la función de encontrar las palabras para delimitar el recuerdo "el arte del lenguaje se convierte en la lógica temporal del recuerdo". Hay una disputa entre lo que sería la intuición intelectual, que Hölderlin no considera la forma suprema de la consciencia. Trascendental, en cambio, serían las figuras que aparecerían sensorialmente (capaz de residir fuera, con una fuerza mucho mayor). Por tanto, la sensación trascendental sería lo que la poesía formaría dándole realidad.

Yo siempre me sentí afín a Hölderlin precisamente en su oscilante dualidad. Creo, firmemente, que los seres contradictorios son los que más nos pueden aportar dando luces y sombras por igual a través de sus pesquisas. Fue una cita de Hölderlin, allá por el año 2004-2006, no estoy segura a partir de qué momento preciso entró a mi vida, la que me dio a conocer su obra. Hablaba sobre la pugna del corazón y las ideas, entre la razón y la pasión. No recuerdo la musicalidad exacta de la cita, pero sí la sentencia final: si los muestras juntos te maldicen. Siempre me sentí afín (también) al idealismo sobre todo en este reivindicar de lo sensorial, de lo que tiene de trascendente una emoción o cualquier reminiscencia percibida a través de los sentidos, previamente almacenada y procesada por nosotros.

En estos ensayos nos encontramos también con un contorno del personaje Hölderlin que puede gustarnos para trabajar sus textos: Hölderlin paria, Hölderlin peregrino, Hölderlin jacobino, Hölderlin no jacobino, Hölderlin patriota, Hölderlin contradicción... Pero yo me quedo con el Hölderlin que coge la tragedia como pretexto para indagar en el tiempo y la memoria. La tragedia griega fue su fascinación, de hecho la estudió a fondo y llegaría a escribir su obra Empédocles, donde refleja su estilo teatral. Pero es en sus estudios de Sófocles donde encontramos los conceptos que más le caracterizan: la construcción de un héroe trágico y los recuerdos como territorio poético. El desarrollo del tema de la memoria (los recuerdos en poetología) es tratado tanto en el ensayo mencionado arriba de Kreuzer como en el de Anacleto Ferrer de Hölderlin ante la Revolución, además de delimitar ese espíritu fluctuante afín al republicanismo y la lucha afrancesada. 

Digo que su idealismo me compete por el subtítulo que he elegido: somos un signo sin interpretación. Manuel Barrios Casares en Hölderlin: la revuelta del poeta, se encarga de subrayar eso que nos gusta de él: que promulga la preeminencia de la metáfora con respecto al concepto, porque su plasticidad (la metáfora es proteiforme) se adecua más al dinamismo de la existencia, todo fluye, todo muta.


Un signo somos sin interpretación.

Tomarnos por un signo que no posee interpretación única, propia y definitiva, supone, por lo demás, asumir una concepción de la existencia humana como modo de ser radicalmente metafórico, translaticio.