martes, 23 de junio de 2015

insectos, convidados de piedra en bares y demencia generalizada


Como lo que suele pasar cuando se me escapan los meses: ideas que nunca escribí. Pero puedo intentar hacer memoria: algunas iban de insectos, de la persistencia del morrut en las palmeras valencianas y de la falsa extinción de las mariposas. Lo del morrut es tan conocido que me lo voy a saltar. Lo de las mariposas es un hecho que pensaba que era cierto y ahora no sé si es leyenda o si me lo inventé o si era una broma. Cuando llegué a Valencia hace unos trece años alguien me dijo (ahora ya no sé si me lo he inventado) que las mariposas estaban en peligro de extinción. A mi eso me asombró, pero me dijo que pensara si cuando era niña habían muchas mariposas en mis recuerdos, y que, haciendo contraste, cuándo había sido la última vez que había visto revolotear mariposas por aquí. Caí en la cuenta de que, efectivamente, parecían haber disminuido drásticamente. Han pasado varios años desde entonces y, es ahora cuando veo mariposas por todos lados, en el río Turia y en descampados, incluso merodean los cementerios y lugares más áridos. Quizá nunca se fueron y me empiezo a fijar otra vez. Pero no creo, definitivamente no soy tan distraída. He pensado que las han repoblado. Han empezado a cultivar mariposas en cautiverio (biólogos, supongo, alguna entidad gubernamental, quizá) y al fin las vuelven a soltar. Es una teoría factible, porque desde los noventa que no veía tantas mariposas blancas juntas. Me atrevería a decir que se les ha ido de las manos, incluso. No sé si más gente habrá notado esta repoblación claramente artificial. Hay que tener cuidado con estos casos, pueden desbordarse...

Otra cosa que se nos está desbordando son las estatuas humanas. Por la noche creen que se camuflan en los bares, pero no es así, mucha gente ya se está dando cuenta de quiénes son durante el día. No se limpian lo plateado detrás de las orejas y eso los delata. La parlanchinidad también, propia de quien no ha podido decir una palabra en todo el día.

Se me ocurrió que quiero escribir un libro que se llame "En España la gente está loca". Es una conclusión a la que he llegado, pero que me ronda la cabeza desde siempre. Yo creo que es verdad, verdad rotunda. En proporción con Perú, la cantidad de gente muy desequilibrada aquí en España la superan por todas partes, una diferencia abisal, de pozo y de acantilado. Con otros países me parece que también. Aquí hay algo, pensaba que era la cal de Valencia, cuya agua contamina de locura a los valencianos. Pero creo que en Cataluña y en varias ciudades españolas también se experimenta este fenómeno. La locura de mi familia también viene de Cataluña, no es un hecho baladí. Intentar delimitar esta locura española es más difícil. Sus rasgos, sus características, mostrar ejemplos, anécdotas, contrastar. Toda una labor de campo, pero creo que puede ser interesante porque hay mucho material en la tierra del Quijote y del esperpento.