miércoles, 23 de diciembre de 2015

No una vida pintada sino una pintura vivible*

"La littérature c'est l'enfance enfin retrouvée", así sentencia Bataille y gracias a esta frase se pueden hacer infinitas asociaciones... algunas de ellas podrían tener que ver con la memoria, la muerte, el mal, el juego, la anarquía, lo salvaje; la literatura en medio y los demás conceptos girando alrededor y que harían pensar en una equivalencia literatura=infancia que nos trae a la mente distintos autores, además de Bataille y sus parientes malditos, y nos lleva hasta Gombrowicz y su tema de la inmadurez...

Bataille en el prefacio a "La literatura y el mal" nos plantea ya de entrada el tema de la infancia, lo salvaje y la literatura, guiándose de Baudelaire, para quien el genio era "l'enfance retrouvée à volonté": para Bataille sólo la infancia es el espacio en el que se puede acceder a la verdadera poesía, por su calidad de salvajismo. La infancia como la de Heathcliff y Catherine, ejemplo del animismo más puro y lo salvaje como símbolo de maldad (maldad en el sentido en que la entiende Bataille, característica "hipermoral") y también como lo que es un valor absoluto, sin convenciones, como el amor de los personajes de Bronté. La poesía es libre y salvaje como la infancia. La literatura es de esta forma, sin ataduras; es así como nos encontramos, otra vez, con nuestra esencia infantil, o nuestra inmadurez, como diría Gombrowicz (a pesar de que Gombrowicz a veces habla del término "poesía" para referirse a una idea más bien negativa y que entronca con su oposición a la crítica y a la pintura, por ejemplo).

Sin embargo, Bataille termina por lanzarnos una pregunta demoledora: ¿Qué verdad sería la de una infancia que gobernara? Suena a contrasentido, ya que la infancia precisamente es la anarquía, el anti-gobierno. Es así, pues, que tampoco la infancia podría enarbolarse como legítima, ya que perdería su esencia transgresora. Al otro lado tendríamos a Gombrowicz, para quien el patriarcado debe ser desmontado en favor de una filiatría.

La infancia gobernaría de forma anti leyes y promulgando la libertad, tumbando los límites del individuo, donde la palabra "juego" sería la clave para todo. El juego mayor, la impostura y lo naif. Muy Gombrowicz.

Bataille teoriza sobre la infancia intentando aclarar el sentido de la literatura. Para él la literatura es lo esencial, el todo o la nada. Pero ante todo, es culpable. Si seguimos con su idea del Mal, podemos partir del ejemplo que cuenta de Cumbres Borrascosas y Bataille hace de esa idea de Mal una vía a la que se ve arrastrado el ser que se opone al Bien como sinónimo de razón, la razón imperante y este personaje lo representa en Heathcliff: "No existe en la literatura novelesca personaje que se imponga más realmente, más simplemente que Heathcliff; y eso que encarna una verdad primera, la del niño que se rebela contra el mundo del Bien, contra el mundo de los adultos y es arrastrado, por su revuelta sin reservas, al partido del Mal." (pag 34-35)
La historia de Heathcliff como la historia de una rebeldía por no conformarse a renunciar al paraíso perdido (de la infancia) "¿Qué representa ese reino de la infancia al que la voluntad demoníaca de Heathcliff se niega a renunciar, sino lo imposible y la muerte?" (pag 33) es una vía abocada a la muerte. Pero esto es necesario, la muerte es el instante, y el niño sólo vive en el presente.

La muerte y la llegada a la muerte son vistas como un proceso de filiatría, tanto si hablamos de la comparación del instante por antonomasia con el presente eterno de lo infantil, como si hablamos de ese desnudarse para la muerte, el volverse niños en una depuración que vive el agonizante, despojándose de todas las capas hasta quedar ligerísimo. Así trata Umbral la muerte: "Cómo me rejuvenece todo para la muerte. Más que irnos barroquizando, el tiempo nos va desnudando. Todo es un ir retornando a la niñez, a la sencillez, porque la muerte no crece en nuestras condecoraciones de vida y dolor. La muerte nos toma niños, puros, solos, y pienso que es en estos momentos cuando puedo morir". (pag 114)

Es fácil, entonces, unir literatura, con juego, con niño. En "Mortal y rosa", Umbral descubre naturalmente estas relaciones, a través de la muerte, el instante, y de ello al niño, a su pureza, a la escritura y al juego. Todo un planteamiento de inmadurez: "Por eso escribo, sí, porque escribir es jugar y jugar es ser niño esencial. Sólo quiero la infancia, la mía y la del mundo, la de mi hijo y la de todos los hijos, sólo quiero el juego, el girar del planeta por toda aventura". (pag 114)

¿Cómo será la vida de quien no tiene memoria de su infancia? Muchos la tomamos como un referente, suele preferirse tal o cual cosa por asociación a otra vivida o alojada en una habitación de la memoria. Fernando Savater en "La infancia recuperada" logra unir a la memoria con lo que se cuenta, utilizando narraciones como contraposición al género "novela", en este sentido aburguesado, para tratar lo que uno no inventa, una narración en el sentido en el que Walter Benjamin entiende el término, un tipo más práctico o utilitarista de literatura. Así, enunciación y memoria van juntos, con evocación y conjuro literario.

La memoria es el lugar que perturba y por el que muchos arrastran lo que los condena. "Éramos tan felices..." repiten una y otra vez en "Después de tantos años", la continuación a "El Desencanto", documental de Jaime Chávarry sobre la decadencia de la familia Panero. "La literatura y el Mal" de Bataille se nutre de escritores malditos y de la culpabilidad de la literatura. Nada mejor que la familia Panero para simbolizar el estigma de malditismo, ese estigma que los marca con la señal de Caín para hacerlos uno con la tragedia, símbolo extensivo a todos los miembros de una familia y de la que no pueden escapar. En ellos, el lugar de la memoria es importantísimo: se da una constante y recurrente evocación, la infancia es ese tiempo dorado como los frutos dorados que simbolizan para Machado ese tiempo jugoso y perfecto y del que, como Merleau Ponty, no nos podemos recuperar.


Gottfried Helnwein


*Juego que he hecho para elegir el título abriendo una página de "Mortal y rosa" al azar y pescando lo primero que han visto mis ojos; casualmente lo interpreto en consonancia con el texto: una pintura vivible es a lo que nos exhorta Gombrowicz, en contraposición a la artificialidad de una vida pintada y todos sus accesorios.

jueves, 3 de diciembre de 2015

Witkin y yo

Tengo que darles una noticia negra y definitiva:
Todos ustedes se están muriendo.

Siempre me acuerdo de estos versos de Emilio Adolfo Westphalen cuando la evidencia se me aparece en los momentos más adecuados: por medio de imágenes, por ejemplo, que se queden flotando en mi retina más tiempo de lo "normal" (de lo anodino). La evidencia de la que hablo -por si no resulta tan evidente- es la muerte. La muerte llega a nosotros no siempre de la misma forma, el final de la vida es una cuestión más misteriosa que la de un simple trozo de carne que se descompone.

Joel-Peter Witkin en sus fotografías me trae muchísimas ideas más allá de la idea del fin, pero es la ventana al otro lado la que más se queda dando tumbos en mi cerebro de forma reflexiva y al mismo tiempo deleitosa. Un morbo filosófico, quizá, pensar en esas imágenes reales y oníricas a la vez. Cada cuadro compuesto meticulosamente, cada pieza como parte de un conjunto simbólico, referencial. En medio, los versos de Westphalen haciendo música, entre la religiosidad y el paganismo, la letanía y lo satánico. Witkin rezuma espiritualidad en sus composiciones, es difícil explicar cómo un instante petrificado va a contar una historia, pero no de cualquier forma, sino una historia como una evocación (de un sitio de la memoria del sueño). No encuentro estas imágenes aterradoras como pesadillas, pero sí difuminando sus contornos como en los sueños en los que no se podría delimitar lo real de la parte más absurda. Dentro y afuera, discurso de límites como en Bataille. Hay mucho de los seres discontinuos de Bataille en la obra de Witkin, tenemos miembros abiertos, miembros con y sin suturas, partes con y sin muñones, metal, ojos cerrados, ojos abiertos. Nuestra realidad-sueño es igual de difusa en sus líneas como los términos del dentro y afuera de los personajes de Witkin.

Es preciso imaginarlo recogiendo sus partes de las fosas y de los depósitos mortuorios como quien quiere componer un puzzle, o como quien deshoja margaritas. Me ha fascinado leer ciertos testimonios en los que relata cómo sus personajes van cambiando una vez los ve recién traídos a la morgue, luego en el proceso de la autopsia, y tras el ornato final para sus fotos. La transformación del cuerpo viendo cómo se alargan unos dedos, cómo cambia una expresión, una cabeza, una maldad. Y al final, sumergirse en el terreno de lo siniestro para recuperar un halo de espiritualidad, cierta naturaleza muerta trascendente, unos muertos proteiformes que abrazan con ojos cerrados.

Westphalen seguiría retumbando: la muerte, los muertos, la muerte de ojos rojos...
Y de ojos blancos y las muchachas haciéndose jóvenes. Al igual que Diane Arbus (fotógrafa suicida, apasionada y delirante, la de los Freaks de Tod Browning) Witkin repleta su imaginario artístico con lo teratológico: opta por enanos, hermafroditas y seres incompletos (o partes de ellos) para recrear sus cuadros.

Sobre la vida de Witkin me llama especialmente la atención el caso del olor de la gangrena de la pierna de su abuela mezclado con el café matinal, como la sangre corrupta que puede significar amor y dolor, un recuerdo que se puede llamar "bello" como los cuadros que él compone. Es un episodio que puede pensarse como de la misma naturaleza que sus obras; la palabra "conmovedor" podría excederse en azúcar, definitivamente, pero sí que se puede hablar de lo estético del mundo de Witkin y que lo hermoso a veces tiene forma oscura (sus fotos nunca tienen color). Otro dato biográfico que me ha gustado es cuando el fotógrafo era niño y coge en sus manos el crucifijo de la abuela y dice que de mayor le gustaría hacerlos y ser el encargado de clavar la persona a la cruz.

Voy a adjuntar algunas de sus fotos aquí, estaba tentada a hacerlo en Facebook, pero obviamente me expondría a la denuncia y censura de mis contactos más cerriles, así que lo haré a continuación:



Algunas de estas imágenes me recuerdan al universo de Odilon Redon. Sin embargo, las influencias de Witkin son más bien clásicas.

Para comparar a una escala infinitamente menor, pero que quizá sirva para aclarar el concepto de foto-que-llama-al-sueño, pondré una que hice hace un par de años en una casa abandonada en Doël (casas abandonadas también son un juego de dentro y afuera, la casa violada, la casa sin uso, el espacio en el que se dejó todo a mitad y que continúa en un momento congelado para el futuro) que denota un espacio de la memoria, del sueño, las plantas que crecen más de lo normal, el techo, la pared, plantas en la memoria es musgo del tiempo que pasa mientras todo sigue igual, musgo de lo inservible que se rebela con todo su verde.


jueves, 12 de noviembre de 2015

La infancia, su locura






La locura, el genio y el arte en la infancia de Henry Darger nos lleva a la reflexión de cómo a veces quien es considerado insignificante por la edad, tamaño y falta de experiencia puede entrañar un mundo y mientras eso sucede nadie se inquieta, todo sigue rodando como si no se ocultara una potencia tras los disfraces de seres pequeños; al contrario, la risa será censurada, los pensamientos serios impuestos. Pasar siempre de lo abstracto a lo concreto es imperativo en este mundo de adultos, sin embargo, los pensamientos infantiles están en conexión con lo original y simple, que suele ser más "creativo"(fecundo) a pesar de carecer de la artificialidad de los pensamientos adultezcos más elaborados. Una creatividad que se encuentra en algo atávico, quizá, miedos, anhelos e inspiraciones que vienen de lo hondo del ser, un recuerdo de otras vidas o de lo prístino del hombre, cuando se le despoja de todos sus afeites. Henry Darger sufrió esto en su infancia y no podía encajar, como todo lo que desconcierta e incluso molesta. No es un secreto que todo aquel que se aparte de lo convencional tenderá al sufrimiento en algún momento y esto es proporcional a lo mucho que se aparte o no; si se es un activista rebelde o si en algún momento se rinde y se somete a la masa y pueda, al fin, descansar. La locura suele ser una respuesta ante esta enajenación-extrañamiento del mundo. Locura-refugio, quizá, para quien eligió permanecer siendo niño a través de sus criaturas: las Vivian girls. Henry Darger creó todo un cosmos para ellas y sus fantasías, por eso es quien tiene la obra más infinita y casi inconmensurable con más de 15 mil páginas para un solo título. 
Quien no se refugió en la locura, pero sí combatió a los poderosos adultos, fue Witold Gombrowicz. Para entender el mundo en el que lo salvaje es auténtico y seguir las pistas de sus palabras quizá nos viene bien prestar atención a los huérfanos del art brut, como Darger, huérfano social y niño por dentro.

No estaba equivocado. La locura suele estar relacionada con los actos "inconscientes" de los que también se acusa a los niños. 

Locura e infancia. Dos términos que se intercalan en el artista Darger y que también nos vienen a la mente de forma inextricable a la palabra "genio". Es ese genio al que Gombrowicz admira y exhorta a prestarle atención como quien nos sacude para que miremos lo que llevamos delante, frente a nuestras narices, y si es posible descalzarnos y seguir el camino de la imitación. Casi recordándonos a Jesús de Nazareth diciéndonos que para entrar al Reino de los Cielos debemos hacernos como niños. Pero este reino es uno de pureza artística, de verdadero talento, lo más parecido a saviabruta en humanos de lo que podríamos aspirar... es lo que Artaud también defendería, y tantos otros sensatos no-cuerdos para el mundo. La precisión del adulto es de lo que huye el niño inconscientemente, porque no concibe un mundo de precisiones (sufriría, como ponerse piedras en sus propios zapatos ya de por sí duros, para seguir con la metáfora del calzado). Artaud rotundo, exclama: "Las gentes que huyen de la vaguedad para buscar la precisión de lo que pasa en su pensamiento, son unos cerdos" . Esto es, no hay que tener miedo al caos infantil, savia de otros mundos.

martes, 20 de octubre de 2015

Tango de Satán y Beckett

Sobre el dorso él irá cara al cielo renacido sobre él las ruinas las arenas lejanías. Aire gris sin tiempo tierra cielo confundidos mismo gris que las ruinas lejanías sin fin. Renacerá el día y la noche sobre él lejanías aire corazón relatirá. Refugio cierto por fin minas esparcidas mismo gris que la arena.

Quimera luz nunca fuera más que aire gris tiempo ningún ruido. Lejanía sin fin tierra cielo confundidos nada móvil ni un aliento. Lloverá sobre él como en tiempo bendito azul nube pasajera. Cielo gris ni una nube sin ruido nada móvil tierra arena gris ceniza.

sábado, 17 de octubre de 2015

En otoño reblandezco

Duermo con calcetines incluso en verano porque sufro de pies fríos.

Tengo también las manos muy frías. Mi mamita Alicia me decía "manos frías amor de un día, manos calientes amor permanente", mientras me las intentaba calentar.

Sigo pensando que el gato es el animal del demonio. Así como el violín su instrumento.

Mi única superstición es la de que si dices algo en voz alta (o en pensamiento fuerte) luego ya no se cumple.

No me decido entre arpa y clavicordio.

A veces quisiera volver a las palabras simples del texto que le dicté a mi padre cuando tenía tres años, decir "y quiero que me hagas caballitos todo el año" y que un año se recupere como sinónimo de infinitud.






jueves, 8 de octubre de 2015

Cuento a lo Faulkner

Basado en un cuento tradicional alemán, así empezaba a veces el Cuentacuentos de Jim Henson. Pero soy sudamericana y mis historias por más que intento hacerlas serias y hasta cierto punto hieráticas alguna vez... me salen a lo real maravilloso mezclado con reguetón, muy chicha (la cultura pop del extrarradio peruano). Mi idiosincrasia, pues, se impone, y ayer leyendo algo de Ricardo Piglia (Respiración artificial) suscribí completamente un comentario que decía algo así como "nunca nadie hizo buena literatura con historias familiares". Es verdad, pero también reconozco que para todos deba sernos atrayente y un reto tentador intentar no caer en un Cien años de soledad, que es lo mismo que decir en un bucle ya conocido.

Todos tenemos familias y todos hemos escuchado (quizá no todos, pero si saben que te dedicas a las letras puede que te lo digan más) lo de "esto es tema para escribir un libro". Anécdotas familiares a montones. No hay una que destaque encima de otra, supongo que en todos lugares se cuecen habas. Por eso siempre defiendo la forma frente al argumento.

El hecho de que yo quiera cogerme a este tipo de material peliagudamente literario me lleva a justificarme por medio de la ensoñación, lo que siempre hago. Y ahora estoy en una etapa de fantasía futurista en la que sueño viva y despierta y muerta y dormida con mi otra vida de señora mayor. Porque yo podría ser ya una señora mayor, solo que aún no me he dado por aludida.

Cuenta la leyenda que la hermana de mi abuelita Eva no quería tener hijas, sino un hijo. Le había puesto nombre y todo, contaba los días para que naciera y hablaba de su hijo en presente, como una realidad patente, que estuviera ya fuera de su útero. Pero nació mujer y de no poder soportarlo se volvió loca. Tuvieron que ingresarla. Con este tipo de anécdotas (hay muchas más) me crié y al no gustarme los bebés no me preocupó esta historia en especial. Pero he aquí que con la treintena se me despertó lo que no creía que tenía y empecé a soñar con un hijo... varón. El temor a volverme loca al no conseguirlo se presenta como un quiebro frente a mi y a veces como un dedo que me apunta muy largo.

La mitología griega nos habla de las Grayas, hermanas de las Gorgonas, y eran tres ancianas de pelo gris, que compartían un solo ojo. Recuerdo que cuando vi el capítulo de Perseo en "El Cuentacuentos" me fascinó esa parte, cuando se encuentra con estas tres mujeres tan interesantes. Así que el otro día pensé en reconciliarme con la idea de unas hijas, porque unas descendientes mías de esta forma sí que las podría ver... Temor, Horror y Alarma, eran las Grayas, como tres nombres mágicos para ser sucesoras de una madre que se llama Infausta y que tiene Pavor escrito en sí misma (o sea encajan perfectamente en la mitología que tengo de mí misma, mi imaginario vital). Las Grayas parecían malignas y asustaban un poco, pero al final sólo era el morbo de lo desconocido, como todo lo que nos fascina teratológicamente. Vivían en un lugar oscuro, como es mi casa. Las imagino siempre mayores, como lo fui yo, como cuando era niña y ya era una anciana. Saldrían a su madre, claro. Y me cuidarían en la vejez, postrada en mi cama y ellas, Angustias, Mortificación y Dolores (así se llamarían las mías, mis grayas particulares) harían las diligencias con mucho cuidado de los niños que las señalarían por hurañas y, quizá, brujas. Mi casa, lugar en el que la risa estaría proscrita. El número tres, un número mágico con el que se ha jugado desde siempre.




sábado, 3 de octubre de 2015

Romances y canciones populares antiguas (segunda parte)

Cuando era chiquita, con tres y cuatro años, mi abuelita Eva me enseñaba canciones que ella misma aprendió cuando era niña (nació en el año veintinueve, así que sería en los años treinta). Las cantaba yo en fiestas de cumpleaños cuando hacían concursos y de esa forma gané algunas colecciones de cuentos que me gustaban muchísimo (una de esas colecciones tenía las portadas con una parte de holograma 3d que se movía y cambiaba de imagen). Antes de aprender a leer me gustaba mirar largo rato las imágenes de estos cuentos, mi madre dice que me gustaba especialmente la página en la que salía el escudero probándole el zapato que había perdido la Cenicienta, y que no quería que me cambiaran de página y quería esa. Creo que era por la cara del paje ese, los vestidos que llevaban ahí, el contraste con el vestido de la Cenicienta y el zapato de cristal en sí mismo. Las imágenes eran como fotografiadas de muñecos de tela reales y al tener tantas texturas era apasionante quedarse mirando y completar la historia mentalmente.
Pues, las canciones las recuerdo perfectamente y ayer, treinta años más tarde, las he vuelto a cantar con mi abuelita. He buscado por internet y no he encontrado referencias a la del señor Merengue, pero para la del señor don Gato hay algunas versiones diferentes a las que me enseñó mi abuela.
También me tarareó una canción japonesa que le enseñaron en el colegio, pero sería imposible buscarla, porque es algo así como po-po-po...
Es muy interesante preservar la tradición oral... anotármelo por aquí para no olvidarlo y cantar las melodías a mis sucesores.

Estaba el señor don gato sentado en su tejado
calzando medias de seda y zapatito calado
pasó la señora gata con sus ojos deslumbrantes
el gato por arañarla cayóse del techo abajo
rompióse media cabeza y descontorsóse(?) el brazo
llamaron a los doctores y también a los escribanos
y así murió el pobre gato diciendo miau miau.

Me dicen Merengue yo no sé por qué
si es por mi elegancia o por mi chaqué
cuando voy al cine todos me gritan en ovación:
"adiós Merengue por tus ojitos
y tu figura, tu maniquí,
tus bigotitos y tu carita
de alta moda a lo marchí".

viernes, 25 de septiembre de 2015

La Macumba ancestral

Vengo de despertarme y en este sueño me estoy dando cuenta de que ha aparecido el Can en una forma nueva. Quizá debo seguir estas pistas...

A veces sueño con palabras de las que no soy plenamente consciente de sus significados o el alcance que estos pueden tener. Me ha pasado con "macumba" tras este sueño. Lo estoy investigando y me sorprende la precisión con que estaba contextualizado el símbolo onírico.

Contando solo la parte que nos interesa del sueño para indagar en este juego, me encontraba ocultándome de unos matones en una peluquería moderno-asiática-chill out. Antes, un anciano me había advertido de que en las inmediaciones se mataban muchos niños a diario, tras oír esto yo pasé miedo, como si fuera niña (pero era yo en el presente, o incluso en el futuro, con toda la largura de mi cuerpo, y este sabio o desarrapado me decía que debía reptar para que no me vieran, cosa que yo hacía).

Ocultándome ahí como una clienta se me ponían a los costados un par de estilistas que fingían arreglarme las uñas. Pero al sentir la llegada de los matones se volvían al centro del escenario y se transfiguraban en monstruos luminosos mientras decían que eran mis guardianas y que yo era "medio hija de la Macumba" a continuación de lo cual me transfiguraba yo también, los ojos se inyectaban en luz amarilla y mis pelos volaban fuerte, haciéndose mechones largos con vida, levitando toda yo mostrando mi verdadera esencia, cual revelación a Perseo o Teseo o cualquier semidiós mitad humano mitad hijo de poderoso ser.

La Macumba era en mi sueño una especie de diosa madre mía. Si tenemos en cuenta que el origen real de la macumba es africano, que se popularizó en Latinoamérica con la llegada de los esclavos, y que precisamente yo soy una afrodescendiente directa... esto no suena tan descabellado.

Lo más curioso es que el origen del nombre (popularizado ahora el sentido como sinónimo de un tipo de magia negra) puede deberse a la forma en la que se referían a una divinidad o al sonido de un tambor. No hay consenso en ello, pero algo me dice que esa divinidad existía en tiempos antiguos.

miércoles, 16 de septiembre de 2015

Según las últimas estadísticas

Somos generaciones que sueñan con sus abuelos muertos. Las futuras quizá no lo consigan, al no haberlos conocido.
Cuando pienso en que no quiero privar a mis nietos de que sueñen conmigo creo que necesito darme prisa por tener a mis hijos.


viernes, 28 de agosto de 2015

Lo que parece una catástrofe es en realidad una danza (¿II?)

No sé si he usado este título antes, en alguna entrada de hace años. Es muy probable que sí, era una frase que repetía en mi mente constantemente, incluso quería tatuármela por aquel entonces, pese a su longitud... al final me pareció excesivo, pero las letras permanecieron bajo piel.

Se puede decir que intuía que el significado de esa frase era inherente a mi persona, pero lo sentía más como una simpatía estética o lema a seguir. Sin embargo, no era consciente de que esa esencia que a veces intentaba definir (esencia personal, identidad, lo no mutable), tenía mucho que ver en mi caso con la frase dancística que se ríe de las tragedias y que palpa voluptuosidad en el ridículo.

El Loco, la carta del Tarot que más me ha salido en los últimos años las pocas veces que he tenido contacto con cartas de este tipo, tiene que ver con sueños premonitorios, con inmadurez, con impulso irreflexivo, con ese andar contracorriente, con el caos, la fantasía... todo lo que puede parecer una danza sinsentido, pero que transforma esos caos-catástrofes en fuente creadora y que se alimenta de ella.

El Loco indica esa búsqueda vital, paradójicamente también representa el intento por definir la esencia de la que hablaba antes, y además, es una carta de tránsito y de impulso. Cada otra carta de los arcanos necesita del Loco para poder moverse. Es una sana irreflexión, o irreflexión necesaria, como la entendida por Gombrowicz cuando se refiere a la inmadurez. Precisamente esta carta se relaciona con los pensamientos gombrowiczianos de inmadurez fecunda. El suelo que pisa el Loco no es el mismo que está bajo el Colgado, es al revés, es un suelo delirantemente fértil. Como todo lo que me fascina.

Curiosamente, describe mis más hondas simpatías y la filosofía en la que más creo. No precisamente porque sea la mía, sino porque es la única que he podido tomar, la que se me está destinada. También creo que (como me demostraba un sueño que tuve hace poco) el destino siempre se puede alterar, o no existe, porque si cambia deja de ser destino como tal... pero en mi caso no optaría por nada más, ya que es parte de mi esencia y todas las pistas indican que debo asumirla.

Las cartas han hablado como hablan los poemas y las teorías. Follia, follia, ¿follis? Dicen que en el origen etimológico de "locura" está el viento. El viento es el símbolo de la locura en poesía por antonomasia. El viento es lo que está en movimiento, el Loco es la única carta que te da la espalda, la razón le muerde el culo.

No tener miedo a la locura. Siempre que parezca que todo está bocabajo, en realidad así es como se supone que debe estar. Para todos es imposible que pueda regir el mismo orden.

Ayer hablaba con un amigo también filólogo y tuvimos ese tipo de conversaciones en las que todo se transforma en literatura. Me contó una anécdota en la que se encontraba en el metro con unos adolescentes despreocupados con sus conversaciones de adolescentes... y sintió simpatía (a lo mejor ternura también) hacia ellos al recordarse a sí mismo con dieciséis años. Luego me dijo que imaginó el encuentro entre ese adolescente de dieciséis y él mismo, el de ahora, y creyó que no se sentiría desilusionado y que le habría gustado en lo que se había convertido. Por mi parte pensé, y le dije, que mi marielena teen realmente es la de ahora, y que mi yo actual tendría que rendirle cuentas a la del pasado, iría con excusas "no se podía hacer otra cosa" y ella mirándome con condescendencia... La de dieciséis ciertamente sería la voz de la madurez y mi caos adolescente mental sólo lo habría conseguido a lo largo de estos últimos años y en base a la experiencia.


jueves, 27 de agosto de 2015

"La autopista del sur" de Cortázar no era realismo mágico

Sino hiperrealismo lógico. En la entrada a Croacia desde la autopista de Serbia, a escasos 4 kilómetros de la frontera, se produjo un atasco monumental en el que me vi envuelta, no inmersa, y que me hizo recordar el dichoso cuento de Cortázar. Cada fase del atasco venía relatada como en el cuento: con sus pausas, sus bocinas, el movimiento migratorio de los pasajeros de zonas alejadas del atasco para llevar noticias... el pasar del tiempo en un estado que recuerda a lo siniestro: porque una autopista está relacionada a la velocidad y no al convite social con el consiguiente estatismo. Que la gente se empiece a conocer e intercambien palabras fuera de sus coches, como si se tratara de un club y no una autovía, es ciertamente extraño, algo que no cumple su función y que traspone otra. Esto básicamente me hizo recordar el cuento, cuando la gente empieza a establecer lazos y la autopista se transforma en lugar transitado a pie con cadáveres de coches abiertos. En los escasos e infinitos 4 kilómetros que no terminaban de suceder la gente se habló con el lenguaje de la impaciencia, sus distintas nacionalidades trascendieron la espera y los oportunistas aprovecharon para demostrar sus mejores artes, por ejemplo hasta hubo quienes vendieron bebidas. Todo esto queda plasmado en algunas fotos que hice en mi estado de espectadora impasible.





martes, 14 de julio de 2015

Autosuficiente decadencia y algunas nomatofilias

A veces me pongo a pensar en lo obvias que se nos dan algunas asociaciones que, sin embargo, no deberían de ser tan obvias y, por el contrario, hay un todo que pasamos por alto, y que sin embargo está ahí.

Lo obvio no es tan obvio y lo desapercibido es más real que lo que se nos muestra. Pienso que la importancia está debajo, aunque no quiero ponerme en plan cursi como con razonamientos del tipo Principito “lo esencial es invisible a los ojos”, no va por ahí, aunque puede que coincida en algunos aspectos.
Coincido con el hecho de que muchas personas se nos presentan como objetivamente armónicas, estéticamente proporcionadas... hasta que hablan, se mueven y gesticulan. El movimiento y el tono de voz producen en el conjunto la impresión de lo que está debajo: lo que se guarda dentro de un cajón que está decorado con pinturas de colores por fuera.*
Eso tan sólo para el trato cotidiano, una primera toma de contacto ya nos hace percibir este tipo de rasgos. A veces no sabemos qué pasa, pero hay algo que “no va” y es ese algo de la misma naturaleza que los suspiros, pero sin su materialización. Cuando algo no va se aleja como un suspiro, de dentro hacia arriba y afuera. Es devuelto al aire en forma de aire y deja su inutilidad junto con el olvido. “Ya no hay más pasión que la indiferencia” sonreiría giocondamente de fondo un Gamoneda sin eco, más bien como un hacha. Todo eso es muy simpático, no hay dramas. Lo terrible se produce a la inversa: cuando hay algo que no sabes qué es, pero sí... todo encaja. Cuando todo encaja es extraño y no te preguntas demasiado. Triste utilidad preguntarse demasiado -uno piensa- mejor abandonarse a estos remedos de magia.
Todos sabemos cómo acaba.
Los magos no existen.

Pero ese no es mi tema. Yo no hablo de magias ni intento explicarlas, se me da fatal escribir sobre “cosas bonitas” (y soy fervorosamente fiel al tema infausto de mi blog, que es todo lo contrario). Vuelvo a la primera línea y ahora me toca explicar la segunda parte de la frase: el todo que pasamos por alto y que sin embargo está ahí.
Estoy pensando obsesivamente en la palabra “decadencia”. No tengo ni diccionarios ni internet a la mano, así que si intento ponerme literal, mi intuición indica que decadencia originalmente hace referencia a lo que cae, a una lentitud y a la manera en que algo cae. Lo decadente evoca decrepitud, mortandad, sequedad, acritud, etc. Pero un día me levanto y pienso que en ella está toda la música. Sin querer auscultar en diccionarios ni en libros, lo decadente más allá de sus referencias pictóricas, literarias y estilísticas me importa por la música en sí de la palabra que se erige ella contra todo lo demás. Decadencia es la forma de lo suficientemente fuerte y rotundo como para autodefinirse por su música, sin ayuda de etimologías. Creo que varias veces en mi vida he enfermado de nomatofilia, y ello me ha llevado a estamparme palabras como si fueran enteras consignas. Me fío de ellas. Se me aparecen en sueños con colores o con acertijos y les hago caso. Me las tatúo. Las pienso y las vuelvo a pensar a lo largo del día. Les creo canciones. Intento pintarlas con mis dedos y con otros colores menos acertados de los que ellas mismas me muestran. Decadencia. Ya se me ha aparecido varias veces, la quiero como a ella misma, el valor que les doy es a cada una un valor diferente. Como el amor que dicen las madres que tienen hacia sus hijos diferentes. Pero no son mis hijos. Tampoco las adoro, ni siquiera las venero. Me obsesionan, las pienso, luego se van. Vuelven por la puerta de atrás, las miro y las vuelvo a decorar. Decadencia se tumba, no se enrosca, es alargada como su nombre, es enferma, lánguida y de tules. Lleva muchos trozos de trapo, estos sí, enroscados en sus pies. Arrastra las telas con una levitación imperceptible. No se maquilla, solo espera. Y a pesar de que no se esconde nadie la suele ver.



*En “La conciencia de Zeno” de Italo Svevo hay un dilema que tiene que ver con la importancia de los gestos, pero también con todo el tema de las asociaciones curiosas. Es en esta novela, creo, y en otras (“Mujeres enamoradas”, quizá, o algún cuento de Walser, no lo sé, en literatura es un tema que suele aparecer cuando se trata de amor) donde vemos cómo al conocer al hermano del ser amado, siendo éste menos agraciado que el depositario de nuestros deseos, de pronto los gestos que antes amábamos se ven mancillados por la distorsión que sufren en el sujeto recién conocido (he masculinizado al ser, sin embargo en literatura suele hablarse de esta característica desde la voz masculina refiriéndose a mujeres). Las asociaciones son las culpables, pues, de la apreciación menos objetiva de nuestros seres queridos.

martes, 23 de junio de 2015

insectos, convidados de piedra en bares y demencia generalizada


Como lo que suele pasar cuando se me escapan los meses: ideas que nunca escribí. Pero puedo intentar hacer memoria: algunas iban de insectos, de la persistencia del morrut en las palmeras valencianas y de la falsa extinción de las mariposas. Lo del morrut es tan conocido que me lo voy a saltar. Lo de las mariposas es un hecho que pensaba que era cierto y ahora no sé si es leyenda o si me lo inventé o si era una broma. Cuando llegué a Valencia hace unos trece años alguien me dijo (ahora ya no sé si me lo he inventado) que las mariposas estaban en peligro de extinción. A mi eso me asombró, pero me dijo que pensara si cuando era niña habían muchas mariposas en mis recuerdos, y que, haciendo contraste, cuándo había sido la última vez que había visto revolotear mariposas por aquí. Caí en la cuenta de que, efectivamente, parecían haber disminuido drásticamente. Han pasado varios años desde entonces y, es ahora cuando veo mariposas por todos lados, en el río Turia y en descampados, incluso merodean los cementerios y lugares más áridos. Quizá nunca se fueron y me empiezo a fijar otra vez. Pero no creo, definitivamente no soy tan distraída. He pensado que las han repoblado. Han empezado a cultivar mariposas en cautiverio (biólogos, supongo, alguna entidad gubernamental, quizá) y al fin las vuelven a soltar. Es una teoría factible, porque desde los noventa que no veía tantas mariposas blancas juntas. Me atrevería a decir que se les ha ido de las manos, incluso. No sé si más gente habrá notado esta repoblación claramente artificial. Hay que tener cuidado con estos casos, pueden desbordarse...

Otra cosa que se nos está desbordando son las estatuas humanas. Por la noche creen que se camuflan en los bares, pero no es así, mucha gente ya se está dando cuenta de quiénes son durante el día. No se limpian lo plateado detrás de las orejas y eso los delata. La parlanchinidad también, propia de quien no ha podido decir una palabra en todo el día.

Se me ocurrió que quiero escribir un libro que se llame "En España la gente está loca". Es una conclusión a la que he llegado, pero que me ronda la cabeza desde siempre. Yo creo que es verdad, verdad rotunda. En proporción con Perú, la cantidad de gente muy desequilibrada aquí en España la superan por todas partes, una diferencia abisal, de pozo y de acantilado. Con otros países me parece que también. Aquí hay algo, pensaba que era la cal de Valencia, cuya agua contamina de locura a los valencianos. Pero creo que en Cataluña y en varias ciudades españolas también se experimenta este fenómeno. La locura de mi familia también viene de Cataluña, no es un hecho baladí. Intentar delimitar esta locura española es más difícil. Sus rasgos, sus características, mostrar ejemplos, anécdotas, contrastar. Toda una labor de campo, pero creo que puede ser interesante porque hay mucho material en la tierra del Quijote y del esperpento.

martes, 28 de abril de 2015

Teratología

Teratología o estudio de los monstruos. No confundir con teratofilia, que se relaciona con la atracción sexual hacia la gente monstruosa. Si se pudiera rebajar un poco en intensidad este último término yo podría decir que siempre me he sentido teratofílica, o atraída (más bien fascinada) hacia los seres que pueden ser catalogados como monstruosos.

No es una atracción fuera de lo normal. Creo que a todos nos atrae lo que se sale de la norma y lo que colinda con lo misterioso. Desde la antigüedad se ha tratado de dar una explicación a la existencia de estas personas, el porqué y la función que debían tener. Las supuestas causas iban desde lo sobrenatural y divino, pasando por lo demoníaco... y otras, ya lejos de la etapa más supersticiosa, racionales y físicas. Pero no es hasta los últimos siglos que los monstruos se han visto despojados del aura de malditos o seres de origen fantástico. En el libro de "Les monstres" de Martin Monestier se dice que la misma etimología de la palabra "monstre" nos remite a esa finalidad de mensajeros que se creía que tenían. Monstre vendría de "moneo" que en francés significaría "avertir" y añade: "avertissements pour comprendre la volonté divine". Así, la llegada de un ser humano deforme a una ciudad sería interpretado como un signo de un deseo o acción futura de los dioses.

El libro que acabo de citar ha resucitado en mi viejas e imperecederas inquietudes y, como he dicho en el principio, fascinaciones. Porque, al fin y al cabo, es un tema que me atrae por lo rico en sí, por las anécdotas, por la carga sentimental y por lo que de oculto hay en ellas. Pero aunque se despoje de su velo más anecdótico y misterioso de cómo ha ido evolucionando y se dejen atrás todas las leyendas del principio, aún así, el monstruo mismo representa para mi una metáfora del inadaptado y una imposición a la marginalidad por parte de una naturaleza cruel, impositiva y aleatoria. La persona que nace con este estigma tendrá que vivir siempre bajo las miradas auscultadoras de la masa. Si uno ya experimenta la sensación de ser juzgado cuando tiene algún rasgo físico ligeramente fuera de lo estándar... la mirada que cae sobre uno de ellos se potencia.

Pero, ¿y si fuera todo lo contrario? ¿Y si los monstruos fueran la norma, el ideal, o una especie de ser avanzado, el ser del futuro? Varias veces me he planteado esta pregunta. De hecho, hace años escribí una historia que se basaba en lo real, en lo cotidiano, en los monstruos que no se ven. Es un poco surrealista este planteamiento, en el fondo, porque en nuestra imaginación se representaría de la forma más banal: los monstruos de mi texto eran los trabajadores del burguer king.

José Donoso en "El obsceno pájaro de la noche" planteó todas mis inquietudes y en el momento justo en el que lo leí... creí ver plasmados mis anhelos: un reducto para todos los monstruos en el que el más monstruo es rey. La Rinconada era ese paraíso de seres deformes, la norma era la deformidad y no una excepción. La anécdota cuenta que Donoso vio un día una limosina con cristales polarizados y, al bajarse la ventana trasera, pudo reconocer a un joven bastante deforme. De ahí su historia: y si un hombre millonario tuviera un hijo monstruoso... ¿su amor por él no le haría transformarlo todo, subvertir un estado de las cosas, en el que el hijo no viera jamás su fealdad al rodearse de un pequeño mundo de freaks, hechos a su imagen y semejanza? Cambiándolo todo, incluso esculturas, cuadros... la belleza de lo monstruoso por doquier. La deformidad como regla imperante.

A mi me hubiera gustado que Donoso se centrara cien por cien en esta historia. No es el único teratofílico... en las artes hay muchos. Todos conocemos la fijación de Velázquez por los bufones enanos, la seducción de El Bosco por lo zoomorfo, etc...

Hombre cactus y Cíclope de Odilon Redon 


En cine tenemos también varios dignos representantes de lo amorfo: "Freaks" de Tod Browning, "El hombre elefante" de David Lynch y "También los enanos empezaron pequeños" de Werner Herzog (mi crítica aquí), serían las películas que más me han dado ganas de adentrarme en el mundo de los "fuera de norma". En realidad no es así, en realidad es que primero está la inquietud y luego las ganas de quedarme en las imágenes de estas películas.

La mitología primero, el mundo del circo después, nos enseñaron que la presencia de lo monstruoso se va desarrollando con nosotros de espectadores, mirones de algo que nos excede. Esopo, a quien todos conocemos por sus fábulas de animales (¿y ese intento de los otros hombres por querer animalizar a los monstruos, tanto en el nombre que les dan como en sus comparaciones y trato hacia ellos?) era un ser deforme y de inteligencia aguda. O como ese hombre elefante de la vida real, Joseph Merrick, de quien Lynch se inspirara para su personaje, el cual también tenía una sensibilidad delicada y muestras de inquietudes intelectuales... O Johnny Eck, uno de los personajes de "Freaks", el hombre mitad, que no tenía piernas y del que hay ahora hasta un museo que exhibe sus dibujos... Estos ejemplos nos quieren recordar que el aspecto exterior muchas veces no concuerda con el interior ni tiene por qué influir de forma caótica en éste. Todo eso lo tenemos muy claro, pero la injusticia sigue sobrevolando en los casos que se nos vienen a la mente y ya no podemos pensar que es un castigo que tengan que pagar por otra vida o el anuncio de que debemos ponernos a rezar por alguna catástrofe que tendrá que ocurrir en nuestro entorno.

Entonces por qué no imaginarlos fruto de una armonía distinta, no menos hermosa...


Epílogo un poco moral, un poco contemporáneo:
Ahora que el lugar del freak no es el circense, es normal que surja una reflexión de tipo más existencial (las metáforas de las que he estado hablando sobre la identidad monstruosa, preguntarse quién es el otro, quién marca la norma, ¿la norma es por cantidad? ¿nec hercules contra plures?). El circo los exhibía, ahora siguen aquí entre nosotros pero no los vemos expuestos ni en escaparates. Hay una invisibilización del monstruo aunque se hable de la apertura a lo freak, de la moda de lo contracorriente... (pero no trato de los sucedáneos de monstruos de la cultura del frikismo en este post, como la que viví en los noventa cuando era adolescente y  escuchaba el "Freak show" de Silverchair cuyo himno proclamaba el ser un freak con orgullo, o con las canciones de un andrógino y rarito Marilyn Manson) aún podemos sentir pudor al mirar más de la cuenta a alguien con neurofibromatosis, esto ocurre hoy en día y es porque la "aplastante mayoría" "el peso de todos estos individuos" (me refiero al "plures" del dicho en latín arriba expuesto "ni siquiera Hércules pudo contra la multitud") no nace con neurofibromatosis. Es paradójico que se produzca este proceso simultáneo: por un lado se pueden ver jóvenes que usan camisetas de la película "Freaks", pero al mismo tiempo continúa una mezcla de morbo y miedo cuando aparece alguien con esas características. Les han quitado el halo de lo fantástico pero persiste un noséqué atávico que aún nos hace percibirlos como si estuviéramos viendo un unicornio o un ser mitológico extraño, por más que no queramos. Y la educación de nuestro siglo nos hace tener pudor para no hablar de ello, señalarlo por supuesto que no, pero no debemos siquiera pensar en ello, como si no pensarlo lo hiciera desaparecer. Recuerda a la reacción inicial del público ante la película mentada de Browning, y han pasado casi cien años (exagerando un poco). Ahora no se considera de mal gusto, pero aún se sigue tratando como algo tabú en el día a día y muchos no pueden evitar sentir compasión, siendo que gran parte de los considerados monstruos han podido hacer una vida normal, incluso reproducirse y vivir largos años... 

La compasión es una nueva forma de agresión y sometimiento a lo monstruoso. 

Ser un fenómeno de la naturaleza como equivalente a rompimiento de un molde. En otras áreas, ser un producto exclusivo valdría más que ser un producto en masa...




domingo, 26 de abril de 2015

memorial de botánica y otros sentimentalismos

Es verdad que en este blog se vuelve una y otra vez (sin querer) sobre dos temas principales: sueños y recuerdos. Los sueños siempre nos intrigan y se escribe mucho al respecto porque es el gran misterio íntimo de cada uno de nosotros, intentar descifrarlos, sentirlos como nuestra otra realidad... y el juego que se origina con toda la metáfora del sueño y la vida, disquisiciones surrealistas ampliamente retomadas por todos.
Mis recuerdos aparecen como en aquel Proust más conocido: a través de sentidos que remiten a la evocación automática e involuntaria... y a partir de ahí la digresión que roza los cuartos escondidos de nuestra memoria. De ahí el título de este blog, así empezó todo y ha seguido más o menos esa línea durante estos intermitentes 5 años.

A veces recuerdo que mis pesadillas son bastante corpóreas. Hace años que tengo esos sueños en los que algunos cuerpos se descubren frente a mi en un espectáculo que incomoda y acrecienta el pánico. Por supuesto que el momento fatal sobreviene cuando no puedo seguir contemplándolo e intento abrir los ojos. No volverlos a cerrar durante un tiempo para no retomar el sueño desde donde se quedó. El otro día soñé que estaba atravesando un pasillo de un hospital, junto con otros, y veíamos gente enferma dispuesta una junto a otra, de pie, no en camillas. Uno de esos seres era una mujer que parecía extraterrestre, de cuyo brazo se formaba una protuberancia en forma de otro ser, es decir en vez de brazo tenía una viscosidad antropomorfa, blanca grisácea traslúcida. No pude evitar hacer un comentario de burla con la gente que estaba a mi alrededor y entonces, ese ser acoplado y pegajoso (sin pelo, sin ropa, solo un cuerpo enclenque y resbaloso) se desprende del organismo principal que lo erige en función de brazo y viene a restregarse contra mi, con toda esa gelatina que cubría una piel más parecida a la de los peces que a la de los humanos; claro, y yo tenía ganas de vomitar, pero también miedo, de ese que paraliza la espalda con cosquillas de terror. Alguna vez alguien me contó, o leí por ahí, que todos los personajes del mismo sexo al nuestro que aparecen en sueños nos representan siempre a nosotros mismos...y los del sexo contrario al resto del mundo, al "otro" en general. Así que bajo esa teoría se supone que era yo restregándome conmigo misma y produciéndome asco. Hasta ahí puedo entenderlo, pero lo del miedo lo sentía como si realmente fuera alguien de fuera... ¿o algo no conocido? Todas estas interpretaciones me suenan tan simples, así el bimonstruo que yo vi pierde gran parte de su capacidad para aterrorizarme. Si era yo viendo a otra yo deforme desprendiéndose de una parte más amorfa aún que se venga de mi porque me burlo de ella... Mi parte "sana" asustándose de la parte más amorfa de mi amorfidad. Esto me parece muy gracioso visto así.

Ahora introduzco a las flores en el relato, siempre con lo abyecto debe colocarse un contraste de flores (ver mi crítica de Amour fou) . Entonces puedo contar que mi mamita Alicia llamaba "Coqueta" a una flor que se conoce por el nombre de "Lobularia marítima" o "Aliso (¿Alisio?, ¿como ella que se llamaba Alicia?) marítimo". Crece de forma perenne en lugares del Mediterráneo... no conozco cómo habrá sido transplantada a Lima, ni cuándo, pero lo cierto es que habían muchas ahí.


Me resulta curioso poder llegar a conocer su verdadero nombre, y de dónde habrá sacado mi abuela materna ese nombre de "Coqueta", si será ese un nombre por el que otra gente la designa... Otros nombres para esta planta son: aliso de mar, barba blanca, broqueletes anchos, broqueletes de dama, broqueletes de plata, herba blanca, hierba blanca, mastuerzo, mastuerzo marino, mastuerzo marítimo, proqueletes anchos, proqueletes de dama, proqueletes de plata, siempre en flor.

La recuerdo en los jardines de las entradas de las casas y a mi, que no conocía la nieve, me hacía pensar que si nevara podría verse como salpicado por estas flores.
Era la flor favorita de mi mamita Alicia. Prefiero "Coqueta" a "Mastuerzo". A la música me remito.

sábado, 11 de abril de 2015

De esguinces y romances

Durante el tiempo en el que me vi inmovilizada en cama estuve buscando testimonios en internet sobre los esguinces. Encontré algunos y constaté que el sentimiento de desamparo de todos los esguinzados era parecido, era normal que yo también buscara esas historias compartidas. Pensé yo misma escribir una (pero no lo hice, hasta ahora, y ya veremos qué sale... porque a veces lo que escribo acaba siendo una cosa totalmente distinta a partir del enfoque en uno de los aspectos de mi anécdota, como sucede en los capítulos de los Simpsons).

Cualquier duda si eres un primerizo en esguinces, puedo resolverla. Podemos crear una comunión de personas mermadas por los esguinces y cómo estos se transforman y pueden afectar sobre todo mentalmente (anímicamente) a sus víctimas. De algo físico pasa a ser (y por eso hablo de transformación) una sombra que todo lo apaga. La inmovilidad que me llegó a consumir me recordaba al progresivo deterioro de los personajes beckettianos en sus novelas... llegar a ser un muñón, como dije alguna vez,  o como una costra, como un pellejo... 

Como tiras que se caen o que te arrancas sin darte cuenta.

Eso es lo más peligroso de un esguince.

Ahora estoy yendo a rehabilitación. En el sitio a donde voy hay una mujer de 85 años que es la sensación de todas las señoras. Ellas se sientan alrededor de una camilla en la que hacen ejercicios para sus manos. La mujer de 85 es la más veterana, tiene el pelo blanco y es la más parlanchina. Fue médico también, o enfermera, y cuenta que se disfrazaba de fantasma con una sábana y que se metía en el ascensor y que cuando se abría les daba sustos a sus colegas. Ayer, contó una historia muy peculiar, y yo, que estaba junto a ellas, anoté algunos versos de lo que la mujer estaba recitando largamente. Tardó mucho, porque además de ser largo le daba entonación y las mujeres se reían... He encontrado en internet el romance completo, es el romance de "El conde Sisebuto" de Joaquín Abati Diaz y se ve que hay mucha gente que lo recuerda (a pesar de su extensión) entero, de memoria, y también lo utilizan  para amenizar las veladas de sus nietos.

Esto me hizo recordar que yo también me sé uno de mi infancia, el de "Estaba la Catalina, sentada bajo un laurel, mirando la frescura de las aguas al caer...". Me lo sé entero, y no me sorprende, porque era muy recitado cuando era niña. Parece que su origen está en Buenos Aires,  pero no estoy segura, porque suelen haber muchas variaciones de romances bastante parecidos entre sí y es difícil reconocer cuál es el que dio origen a los demás... por lo menos yo no he llegado a saber cuál es el original.

Mi abuelita Eva, por último, solía cantar la canción de "La pícara lechuza". Era ésta, pero ella lo hacía más en plan recitado, como los romances...






lunes, 30 de marzo de 2015

Herberto Helder ha muerto

No lo conocía entonces, y mis hermanos y yo hablábamos de una "vena negra" que aparecía y nos asustaba. Sería quizá, la vena que partía de punta a punta a Herberto Helder, haciéndole una invasión con todo lo negro del mundo. Premonición de niños, o un compartir de monstruos transoceánicos.

Estos niños eran inocentes como las vísceras del poeta.

Más tarde fue el saludar despacio a los amigos tristes, saludar triste, amarlos despacio.
Pero sobre todo, seguir soñando con casas que son cada una la misma y yo en todas.


domingo, 1 de marzo de 2015

Ser alguien la carabina de Ambrosio

Mi abuela lo dice: "X es la carabina de Ambrosio". Cuando ve que uno es un pusilánime, blandengue y que no tiene fuerza de voluntad ni decisión. En internet me sale como sinónimo de "inútil".

Creo que es en Latinoamérica donde esta expresión se ha podido mantener hasta la generación de mi abuela, en España no creo que sea muy popular, a pesar de que en escritores del sXIX sí que aparece. Pero debo confesar que solo se la he escuchado a ella, a mi abuela.



Si buscamos en la RAE la palabra "carabina" encontramos lo siguiente:
carabina.
(Del fr. carabine).
1. f. Arma de fuego, portátil, compuesta de las mismas piezas que el fusil, pero de menor longitud.
2. f. coloq. Mujer de edad que acompañaba a ciertas señoritas cuando salían a la calle de paseo o a sus quehaceres.
~ rayada.
1. f. carabina que tiene estrías en lo interior del cañón.
ser alguien o algo la ~ de Ambrosio, o lo mismo que la ~ de Ambrosio.
1. locs. verbs. coloqs. No servir para nada.


sábado, 28 de febrero de 2015

De plantas carnívoras y otros sueños

Conozco a una chica que es como una planta carnívora con los hombres. Y cuando se dan cuenta ya no pueden salir.


El otro día soñé que volaba en ascendente fuera de la Tierra, fuera de la Vía Láctea y hacia el espacio exterior y otras galaxias. Luego, despertaba en una mesa de colegio. Con pesadez de muchos sueños anteriores y luz de película francesa, llena de celeste anaranjado. Estaba sola en esa clase, en medio de varios pupitres vacíos. Me iba de ahí dejando mis cosas y me acercaba a gente que salía de otras aulas. Claramente, me había dormido en un examen y me habían dejado ahí. Entraba en un aula y una profesora me llamaba por el nombre de Amanda Alexandra. Luego me hacía cierta pregunta sobre la muerte en una película de ciencia ficción muy popular. Al acabar la clase me preguntan si voy a ir a un paseo escolar del que hablan y digo que no, porque vivimos muy lejos. Otra profesora asegura que es verdad, que ha hablado con mi madre. Cuando voy a recuperación veo mi examen. Me siento con mis cosas, las observo, tengo un estuche con imágenes de santos. El examen es escrito con pluma azul como mis exámenes de colegio verdaderos de hace veinte años (pero ni las aulas ni todo lo demás son reciclaje de esa época). En el examen había que poner en relación ciertos términos en una sola frase, pero yo los he definido cada uno por separado y no me dio tiempo de acabar. No hay consciencia de sueño, porque dentro de ese sueño he soñado. A continuación, me desperté por segunda vez, y en esa realidad es en la que me encuentro hasta ahora.

martes, 17 de febrero de 2015

Federico García Lorca lo dijo

¡Oh pequeña morena de delgada cintura!
¡Oh Perú de metal y de melancolía!
¡Oh España, o luna muerta sobre la piedra dura!

En uno de los peores días de mi vida pienso en los cuerpos amontonados en una fosa común del cementerio de Lima. El olor no se va, se queda en los pelillos de la nariz; cabe restregarse con la manga de la ropa para que se vaya, no con agua. Me lo dijo el doctor, afirma la taxista que habla con la directora del documental.

Documetal, he escrito de casualidad, se llama: "Mierda y melancolía" iba a decir... Mi subconsciente está muy pesimista hoy y cuando uno tiene un día gris-metal es normal que esto suceda. Se llama en realidad: "Metal y melancolía" y es de la directora peruano-holandesa Heddy Honigmann.
[Para leer sobre otra película suya: "El Olvido", remito al artículo de mi hermana Bárbara que es más concienzuda que yo].
El dolor físico distrae del dolor espiritual y del dolor mental. Pero el dolor físico hace replantearse muchas cosas... tantas, que pueden desencadenarse otros tipos de dolores más responsables.
Yo no sé por qué la gente me asusta tanto. Y las palabras me las tomo tan en serio que se quedan retumbando en mi cabeza como una caja de resonancia. O como en un cuenco tibetano, porque el sonido se queda atrapado dando círculos.
Sólo sé que soy limeña como los taxistas del documetal (esta vez ya no lo corrijo) y que llevamos algo que "el poeta español" diría que nos forma. Nuestras placas oxidadas pueden ser arte a la manera de una naturaleza muerta que no es naturaleza. El óxido huele a melancolía, es verdad, la tierra mojada es para cursis, la melancolía del óxido es más fuerte, poderosa para contener la tristeza durante más tiempo.
Si es una melancolía guardada en metal es una melancolía segura. Pero es segura de que pasará a la posteridad y de generación en generación aunque no quede más metal ni piedra ni taxista.
Escribiendo me siento menos irresponsable del dolor.
Este post se lo dedico a Terom. Gracias por adelantarte a los hechos.