No lo conocía entonces, y mis hermanos y yo hablábamos de una "vena negra" que aparecía y nos asustaba. Sería quizá, la vena que partía de punta a punta a Herberto Helder, haciéndole una invasión con todo lo negro del mundo. Premonición de niños, o un compartir de monstruos transoceánicos.
Estos niños eran inocentes como las vísceras del poeta.
Más tarde fue el saludar despacio a los amigos tristes, saludar triste, amarlos despacio.
Pero sobre todo, seguir soñando con casas que son cada una la misma y yo en todas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario