sábado, 28 de febrero de 2015

De plantas carnívoras y otros sueños

Conozco a una chica que es como una planta carnívora con los hombres. Y cuando se dan cuenta ya no pueden salir.


El otro día soñé que volaba en ascendente fuera de la Tierra, fuera de la Vía Láctea y hacia el espacio exterior y otras galaxias. Luego, despertaba en una mesa de colegio. Con pesadez de muchos sueños anteriores y luz de película francesa, llena de celeste anaranjado. Estaba sola en esa clase, en medio de varios pupitres vacíos. Me iba de ahí dejando mis cosas y me acercaba a gente que salía de otras aulas. Claramente, me había dormido en un examen y me habían dejado ahí. Entraba en un aula y una profesora me llamaba por el nombre de Amanda Alexandra. Luego me hacía cierta pregunta sobre la muerte en una película de ciencia ficción muy popular. Al acabar la clase me preguntan si voy a ir a un paseo escolar del que hablan y digo que no, porque vivimos muy lejos. Otra profesora asegura que es verdad, que ha hablado con mi madre. Cuando voy a recuperación veo mi examen. Me siento con mis cosas, las observo, tengo un estuche con imágenes de santos. El examen es escrito con pluma azul como mis exámenes de colegio verdaderos de hace veinte años (pero ni las aulas ni todo lo demás son reciclaje de esa época). En el examen había que poner en relación ciertos términos en una sola frase, pero yo los he definido cada uno por separado y no me dio tiempo de acabar. No hay consciencia de sueño, porque dentro de ese sueño he soñado. A continuación, me desperté por segunda vez, y en esa realidad es en la que me encuentro hasta ahora.

martes, 17 de febrero de 2015

Federico García Lorca lo dijo

¡Oh pequeña morena de delgada cintura!
¡Oh Perú de metal y de melancolía!
¡Oh España, o luna muerta sobre la piedra dura!

En uno de los peores días de mi vida pienso en los cuerpos amontonados en una fosa común del cementerio de Lima. El olor no se va, se queda en los pelillos de la nariz; cabe restregarse con la manga de la ropa para que se vaya, no con agua. Me lo dijo el doctor, afirma la taxista que habla con la directora del documental.

Documetal, he escrito de casualidad, se llama: "Mierda y melancolía" iba a decir... Mi subconsciente está muy pesimista hoy y cuando uno tiene un día gris-metal es normal que esto suceda. Se llama en realidad: "Metal y melancolía" y es de la directora peruano-holandesa Heddy Honigmann.
[Para leer sobre otra película suya: "El Olvido", remito al artículo de mi hermana Bárbara que es más concienzuda que yo].
El dolor físico distrae del dolor espiritual y del dolor mental. Pero el dolor físico hace replantearse muchas cosas... tantas, que pueden desencadenarse otros tipos de dolores más responsables.
Yo no sé por qué la gente me asusta tanto. Y las palabras me las tomo tan en serio que se quedan retumbando en mi cabeza como una caja de resonancia. O como en un cuenco tibetano, porque el sonido se queda atrapado dando círculos.
Sólo sé que soy limeña como los taxistas del documetal (esta vez ya no lo corrijo) y que llevamos algo que "el poeta español" diría que nos forma. Nuestras placas oxidadas pueden ser arte a la manera de una naturaleza muerta que no es naturaleza. El óxido huele a melancolía, es verdad, la tierra mojada es para cursis, la melancolía del óxido es más fuerte, poderosa para contener la tristeza durante más tiempo.
Si es una melancolía guardada en metal es una melancolía segura. Pero es segura de que pasará a la posteridad y de generación en generación aunque no quede más metal ni piedra ni taxista.
Escribiendo me siento menos irresponsable del dolor.
Este post se lo dedico a Terom. Gracias por adelantarte a los hechos.