martes, 28 de abril de 2015

Teratología

Teratología o estudio de los monstruos. No confundir con teratofilia, que se relaciona con la atracción sexual hacia la gente monstruosa. Si se pudiera rebajar un poco en intensidad este último término yo podría decir que siempre me he sentido teratofílica, o atraída (más bien fascinada) hacia los seres que pueden ser catalogados como monstruosos.

No es una atracción fuera de lo normal. Creo que a todos nos atrae lo que se sale de la norma y lo que colinda con lo misterioso. Desde la antigüedad se ha tratado de dar una explicación a la existencia de estas personas, el porqué y la función que debían tener. Las supuestas causas iban desde lo sobrenatural y divino, pasando por lo demoníaco... y otras, ya lejos de la etapa más supersticiosa, racionales y físicas. Pero no es hasta los últimos siglos que los monstruos se han visto despojados del aura de malditos o seres de origen fantástico. En el libro de "Les monstres" de Martin Monestier se dice que la misma etimología de la palabra "monstre" nos remite a esa finalidad de mensajeros que se creía que tenían. Monstre vendría de "moneo" que en francés significaría "avertir" y añade: "avertissements pour comprendre la volonté divine". Así, la llegada de un ser humano deforme a una ciudad sería interpretado como un signo de un deseo o acción futura de los dioses.

El libro que acabo de citar ha resucitado en mi viejas e imperecederas inquietudes y, como he dicho en el principio, fascinaciones. Porque, al fin y al cabo, es un tema que me atrae por lo rico en sí, por las anécdotas, por la carga sentimental y por lo que de oculto hay en ellas. Pero aunque se despoje de su velo más anecdótico y misterioso de cómo ha ido evolucionando y se dejen atrás todas las leyendas del principio, aún así, el monstruo mismo representa para mi una metáfora del inadaptado y una imposición a la marginalidad por parte de una naturaleza cruel, impositiva y aleatoria. La persona que nace con este estigma tendrá que vivir siempre bajo las miradas auscultadoras de la masa. Si uno ya experimenta la sensación de ser juzgado cuando tiene algún rasgo físico ligeramente fuera de lo estándar... la mirada que cae sobre uno de ellos se potencia.

Pero, ¿y si fuera todo lo contrario? ¿Y si los monstruos fueran la norma, el ideal, o una especie de ser avanzado, el ser del futuro? Varias veces me he planteado esta pregunta. De hecho, hace años escribí una historia que se basaba en lo real, en lo cotidiano, en los monstruos que no se ven. Es un poco surrealista este planteamiento, en el fondo, porque en nuestra imaginación se representaría de la forma más banal: los monstruos de mi texto eran los trabajadores del burguer king.

José Donoso en "El obsceno pájaro de la noche" planteó todas mis inquietudes y en el momento justo en el que lo leí... creí ver plasmados mis anhelos: un reducto para todos los monstruos en el que el más monstruo es rey. La Rinconada era ese paraíso de seres deformes, la norma era la deformidad y no una excepción. La anécdota cuenta que Donoso vio un día una limosina con cristales polarizados y, al bajarse la ventana trasera, pudo reconocer a un joven bastante deforme. De ahí su historia: y si un hombre millonario tuviera un hijo monstruoso... ¿su amor por él no le haría transformarlo todo, subvertir un estado de las cosas, en el que el hijo no viera jamás su fealdad al rodearse de un pequeño mundo de freaks, hechos a su imagen y semejanza? Cambiándolo todo, incluso esculturas, cuadros... la belleza de lo monstruoso por doquier. La deformidad como regla imperante.

A mi me hubiera gustado que Donoso se centrara cien por cien en esta historia. No es el único teratofílico... en las artes hay muchos. Todos conocemos la fijación de Velázquez por los bufones enanos, la seducción de El Bosco por lo zoomorfo, etc...

Hombre cactus y Cíclope de Odilon Redon 


En cine tenemos también varios dignos representantes de lo amorfo: "Freaks" de Tod Browning, "El hombre elefante" de David Lynch y "También los enanos empezaron pequeños" de Werner Herzog (mi crítica aquí), serían las películas que más me han dado ganas de adentrarme en el mundo de los "fuera de norma". En realidad no es así, en realidad es que primero está la inquietud y luego las ganas de quedarme en las imágenes de estas películas.

La mitología primero, el mundo del circo después, nos enseñaron que la presencia de lo monstruoso se va desarrollando con nosotros de espectadores, mirones de algo que nos excede. Esopo, a quien todos conocemos por sus fábulas de animales (¿y ese intento de los otros hombres por querer animalizar a los monstruos, tanto en el nombre que les dan como en sus comparaciones y trato hacia ellos?) era un ser deforme y de inteligencia aguda. O como ese hombre elefante de la vida real, Joseph Merrick, de quien Lynch se inspirara para su personaje, el cual también tenía una sensibilidad delicada y muestras de inquietudes intelectuales... O Johnny Eck, uno de los personajes de "Freaks", el hombre mitad, que no tenía piernas y del que hay ahora hasta un museo que exhibe sus dibujos... Estos ejemplos nos quieren recordar que el aspecto exterior muchas veces no concuerda con el interior ni tiene por qué influir de forma caótica en éste. Todo eso lo tenemos muy claro, pero la injusticia sigue sobrevolando en los casos que se nos vienen a la mente y ya no podemos pensar que es un castigo que tengan que pagar por otra vida o el anuncio de que debemos ponernos a rezar por alguna catástrofe que tendrá que ocurrir en nuestro entorno.

Entonces por qué no imaginarlos fruto de una armonía distinta, no menos hermosa...


Epílogo un poco moral, un poco contemporáneo:
Ahora que el lugar del freak no es el circense, es normal que surja una reflexión de tipo más existencial (las metáforas de las que he estado hablando sobre la identidad monstruosa, preguntarse quién es el otro, quién marca la norma, ¿la norma es por cantidad? ¿nec hercules contra plures?). El circo los exhibía, ahora siguen aquí entre nosotros pero no los vemos expuestos ni en escaparates. Hay una invisibilización del monstruo aunque se hable de la apertura a lo freak, de la moda de lo contracorriente... (pero no trato de los sucedáneos de monstruos de la cultura del frikismo en este post, como la que viví en los noventa cuando era adolescente y  escuchaba el "Freak show" de Silverchair cuyo himno proclamaba el ser un freak con orgullo, o con las canciones de un andrógino y rarito Marilyn Manson) aún podemos sentir pudor al mirar más de la cuenta a alguien con neurofibromatosis, esto ocurre hoy en día y es porque la "aplastante mayoría" "el peso de todos estos individuos" (me refiero al "plures" del dicho en latín arriba expuesto "ni siquiera Hércules pudo contra la multitud") no nace con neurofibromatosis. Es paradójico que se produzca este proceso simultáneo: por un lado se pueden ver jóvenes que usan camisetas de la película "Freaks", pero al mismo tiempo continúa una mezcla de morbo y miedo cuando aparece alguien con esas características. Les han quitado el halo de lo fantástico pero persiste un noséqué atávico que aún nos hace percibirlos como si estuviéramos viendo un unicornio o un ser mitológico extraño, por más que no queramos. Y la educación de nuestro siglo nos hace tener pudor para no hablar de ello, señalarlo por supuesto que no, pero no debemos siquiera pensar en ello, como si no pensarlo lo hiciera desaparecer. Recuerda a la reacción inicial del público ante la película mentada de Browning, y han pasado casi cien años (exagerando un poco). Ahora no se considera de mal gusto, pero aún se sigue tratando como algo tabú en el día a día y muchos no pueden evitar sentir compasión, siendo que gran parte de los considerados monstruos han podido hacer una vida normal, incluso reproducirse y vivir largos años... 

La compasión es una nueva forma de agresión y sometimiento a lo monstruoso. 

Ser un fenómeno de la naturaleza como equivalente a rompimiento de un molde. En otras áreas, ser un producto exclusivo valdría más que ser un producto en masa...




2 comentarios:

  1. jaja, estuvo bien eso del burguer king... Pues en los noventa escuchaba mucho una canción de Silverchair que se llamaba Cemetery -y que gracias a tu comentario he recordado-, luego no supe más de ellos,

    https://www.youtube.com/watch?v=6PyTgps46LQ

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