lunes, 29 de diciembre de 2025

Mi último post del año

 

Tras el ocaso de mi blog debido a la aparición del substack en mi vida, este 2025, las entradas de aquí se han visto mermadas en favor de mi otra página. La verdad es que el concepto no ha sabido diferenciarse bien entre una y otra versión de mí misma, y en substack al final también se han plasmado reseñas. Y aquí, a su vez y como en la otra, se hace reflexión al margen de los libros, así que no se me da bien compartimentar mis dos dominios.

Pero para hacer una última entrega anual, me es más visual no abandonar el blog, ya que aquí se ve mi trayectoria desde sus inicios y no quiero dejar de lado este espacio como cuando las webs acaban por ser desiertos de elefantes, ya no solo por las visitas, sino por su propia producción. Es preciso hacerle un hueco, y que sepa compartir con su hermano gemelo.

Hace unos minutos he cerrado las páginas de una novela que tiene mucho hype. Pertenece también a la biblioteca de Alfonso Vila, es decir, es otra donación de mi amigo escritor-fotógrafo-historiador. Yo sabía de esta novela escrita por mujer joven (1989) y publicada por una editorial bastante conocida: Libros del asteroide. Se trata de la novela de nombre bonito: Comerás flores.



He devorado esta novela y todas sus flores. Entiendo el hype. Pero estoy tan lejos de este tipo de escritura. Nunca leo libros así, la verdad. Soy de degustar una forma, del placer de la forma por la forma misma. Los libros que he reseñado en mi substack este año son todos así: obras de filigrana. Comerás flores, por el contrario es muy actual (habla de la violencia machista invisible que hace carámbanos de tus huesos) pero es todo fondo, contenido. No hay espacio para mí aquí. Es cierto que he experimentado el placer de leerme un libro como quien ve una peli: del tirón y en unas pocas horas. Pero no siento que me cambie a niveles de placer estético o de reflexión filosófica. Tampoco paladeo metáforas ni regurgito mitos o joyas entre sus páginas. No sabía qué encontraría y he visto que las grandes editoriales apuestan por unas buenas hamburguesas que gustan a todo el mundo. Y yo soy adicta a una granadilla, con pepitas y que comemos solo unos pocos. No sé. En realidad yo también soy de hamburguesas, supongo que cada cosa tiene su momento. ¿Dónde están mis congéneres, mis amigos neoulipenses? Quizá no ha llegado la editorial para nosotros o ya no tenemos cabida, son otros tiempos.

Me gusta la novela, pero no como las novelas que me gustan de verdad. Supongo que está bien para pasar el rato, exactamente como una película dramática o una indie con momentos divertidos como esa de una pareja que se conocen en una fiesta de disfraces, él de águila y ella de tiburón, no recuerdo el nombre.

Como libro que subrayaría de este 2025 (porque no los he contado ni he hecho ranking) sí que mencionaría Presencias irReales de Ana Carrasco Conde. Creo que lo he referenciado más de una vez cuando he escrito sobre otros títulos, es un buen libro de cabecera como en su momento fue el de Barthes con su glosario del discurso amoroso, pero con lenguaje fantasmal y sobre el lenguaje y sus fantasmas.

Y te sirve no sólo para hablar de libros...

El otro día navideño a mi abuela de 96 años le preguntaron qué soñaba. Sueño con mis padres, con mis abuelos, con mis ancestros, dijo. Se le notó chiquita entonces, y a mí se me hizo que todos volvemos al inicio cuando vamos acercándonos al final y que es una forma de cerrar el círculo. Y pensé en los fantasmas del libro de Ana Carrasco y que la memoria es un blandinblú, un slime...