miércoles, 19 de septiembre de 2012

Walt Whitman y la neurociencia

Porque podía haber puesto en el título el nombre de cualquiera de los mencionados dentro del libro... o no, o Proust era quien había desencadenado en él toda esa digresión de letras y neuronas. Jonah Lehrer es un jovencito un año mayor que yo que ya ha publicado tres libros divulgativos y ha trabajado en el laboratorio de un Premio Nobel... Este libro que quiero comentar es el primero que editó (en el 2007) y se llama "Proust y la neurociencia". Muy bien, Proust tiene gancho. Aunque recuerda un poco a aquel título de "Más Platón y menos Prozac", a lo mejor no es una coincidencia. Los títulos tienen trucos.

Me ha gustado. Es curioso, porque nunca leo libros que tengan que ver mínimamente con ciencias o con cualquier cosa que no sea literatura, así de estrecha voy por la vida. Pero, la lectura combinaba muy bien los aspectos literarios con los científicos. Además, esta obra es susceptible de ser valorada por quienes son defensores de las artes cuando sienten que son atacados por la aplastante objetividad.

Me explico mejor. Este libro postula que la ciencia no es el único camino para llegar al conocimiento y que en algunas ocasiones el arte se puede adelantar. Para ello, el autor ha recogido a un puñado de celebridades del tamaño de Proust o Cezanne para ilustrar ciertas teorías científicas. Como muestra, voy a contar lo que dice de Walt Whitman y de Proust.

Walt Whitman es un poeta sobretodo sensual. Fue polémico precisamente por este aspecto, por no hablar del cuerpo como de una parte, ya que no podía escindir la esencia "espiritual" o "mental" de lo orgánico. Para Whitman solo se podía hablar de un todo, el organismo funcionaba conjuntamente y los sentimientos no se originaban aislados.
Finalmente, se ha podido comprobar que los sentimientos surgen precisamente del cuerpo, empiezan en la carne. Una teoría que en tiempos del poeta era bastante rara. Incluso su amigo Emerson era reacio a que pregonara por medio de versos sus ideas del bucle corporal.
Whitman colaboró asistiendo a enfermos en la guerra. Muchos de ellos, amputados, seguían sintiendo sus miembros. Este tipo de testimonios pasaban desapercibidos a finales del mil ochocientos.

Proust, según lo que plantea Lehrer, se adelantaría al descubrimiento de la falibilidad de la memoria. En tiempos del escritor, los recuerdos se pensaban como libros viejos con polvo guardados en una anciana biblioteca, pero intactos. No es así. Se ha comprobado que el recuerdo siempre es engañoso y que el acto de recordar mismo puede modificar un recuerdo. Pero en aquella época no se estudiaban los priones (hay una relación entre este tipo de proteína y la memoria a largo plazo). Además, otra de las grandes ideas de Proust fue que los sentidos del olfato y el gusto tenían la preponderante carga memorial. Efectivamente, estos sentidos son los únicos que enlazan con el hipocampo, el centro de la memoria a largo plazo del cerebro.

Este libro que estoy reseñando también tiene unas citas muy bonitas:

"¿Cómo podemos aprender la verdad pensando? Como quien aprende a ver mejor una cara dibujándola" -Ludwig Wittgenstein.

"El poeta escribe la historia de su propio cuerpo" -Henry David Thoreau.

2 comentarios:

  1. Certero post. Veré si puedo hallar el libro por aquí.

    Saludos ;-)

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    1. Gracias Jorge. Te estoy siguiendo ahora y tu espacio es muy interesante. Seguimos en contacto!

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