lunes, 24 de marzo de 2025

Malone muere. Tú todavía no

Un mínimo de memoria es indispensable para vivir de verdad. Su familia, por ejemplo, verdaderamente yo ya no sé, por así decirlo, nada sobre ella. Pero estoy tranquilo: está anotado en alguna parte. Es el único medio de controlarlo. Pero en lo que a mi se refiere, no siento la misma necesidad. Ignoro también mi propia historia, la olvido, pero no necesito conocerla. Y, sin embargo, escribo sobre mi, con el mismo lápiz, en el mismo cuaderno, que sobre él. Ya no soy yo, debí decirlo antes, sino otro cuya vida apenas ha empezado. Es justo que él también tenga su pequeña historia, sus recuerdos, su razón, y que pueda hallar lo bueno en lo malo, lo malo en lo peor, y así envejecer dulcemente a lo largo de días siempre iguales, y morir un día como otro cualquiera, solo que más corto."


La memoria en Beckett está presente incluso en los seres más inmóviles. Porque cuando todo se apaga el entretenimiento del que espera solo puede estar en su mente, ahí se refugia la memoria. Despreciada por algunos, por los personajes de Beckett aún no. Es curioso, hasta pareciera que están algo vivos. O es que viven precisamente por eso y la memoria puede ser un equivalente a la existencia.

En este fragmento, que me ha fascinado, se fragua el desdoblamiento del narrador y personaje como el que tenemos todos cuando recordamos a nuestro otro yo, el que vivió todas las experiencias del pasado. 


El protagonista de Malone muere, en su lecho afirma que "está tranquilo" porque "está anotado en alguna parte". Entiendo perfectamente esto, me pasa muy a menudo que he recopilado por escrito mis películas, en modo lista, mis canciones, mis impresiones en este blog, mis fotos en redes, y si no fuera por este conglomerado de recuerdos apilados en categorías sentiría que no ha pasado nada, que no me he movido, que no he existido, pero está "en alguna parte" y luego me doy cuenta de que he olvidado por completo la existencia de tal o cual objeto que me dio mucho placer y si no fuera porque está almacenado para que yo pueda consultarlo no lo recuperaría jamás. Se va desenrollando como disipando una bruma y así es como me he percatado y asumido la importancia de una consignación por escrito. La urgencia es real y no la reconoces hasta que no has vivido unas cuantas décadas y has visto ya muchos tesoros caer en agujeros negros devorados por el olvido del paso del tiempo (y a veces ni siquiera hace falta que pase mucho tiempo). 

"Ya no soy yo", afirma. El que se sabe a punto de morir no es, está dejando de ser, ve cómo se le va apagando  la llama de la vida, pero no de la memoria, además, el factor libreta y lápiz es de suma importancia para este momento tan decisivo. El lápiz como arma para el olvido, su libreta un escudo. Hago lo propio, pues, con mis textos, me hago una foto a mí misma, porque no sé por dónde está mi ejemplar de Malone muere, que es que tras la mudanza tengo los libros en lugares que no controlo aún y estoy releyendo un texto atemporal, me encanta que me hable de forma distinta, el olvido es persistente, el olvido es un martillo, por eso es cada vez un encuentro distinto, te hablan nuevas voces y tus mismas experiencias lo cambian todo, cambian tus ojos, el color de los ojos o el iris que mira las mismas palabras de Beckett, ordenadas de la misma forma, pero que sin embargo no dicen lo mismo.

Reseñas de relecturas.

Reseño fragmentos.

sábado, 8 de febrero de 2025

Odilon Redon y Huysmans. Una mixtura de pintar y escribir.

 

Aquí junto a un cuadro de Odilon Redon en la exposición del surrealismo en el Pompidou, París 2024

Odilon Redon y Huysmans eran amigos. Uno me lleva al otro y viceversa desde hace un tiempo y cada cierto tiempo. Recuerdo cuando descubrí el hombre cactus de Redon, hace una veintena de años, cómo me maravilló y cómo fue de mis primeras fotos perfil del Facebook unos años más tarde. Era la época dark de Marielena (si es que se puede considerar época), la de la eclosión de infausta (o asentamiento, porque el nick ya existía desde la época de los primeros chats).

No sabía por entonces que Redon también escribía. Y al llegar Joris-Karl Huysmans varios años más tarde a mis ojos, tampoco supe por aquel entonces de su vínculo con Redon. El decadentismo se me antojó un movimiento interesante, era como la explicación de los devaneos pesimistas de varios de mis admirados. Un George Perec hablando de un estudiante que decide no ir a un examen y que se encuentra monocromo por las calles de París es un Oblomov moderno heredero de Huysmans, de ahí venían todos los "hacer no haciendo" de mis héroes literarios.

Mucho antes, pues, estuvo Des Esseintes. qué conde más abúlico y qué tretas pudo hacer para crearse un fortín del pasar desapercibido. Ser menos que un mueble. Pero usar los muebles para crear un escenario, para vivir "como si", en una simulación perpetua. Adentrarse en la obra de Huysmans es similar al ir desgranando una cronología con la obra de Samuel Beckett: lo comparo porque hay una tendencia a la inmovilidad en Beckett (primero un estatismo-extasío, luego en unos cubos de basura, para al final ser simplemente un muñón en su última novela, la del "Innombrable") y en Huysmans hay unos protagonistas que se debaten entre el menor esfuerzo para vivir. "A la deriva" tiene un protagonista que lo intenta, que va a restaurantes, aunque todo le produce decepción. Hay un momento en que llega a decorar su casa... pero que cada esfuerzo, en los últimos estertores de su esperanza, es arrollado por la realidad, cada vez más gris. Cada vez más triste y por la que vale menos la pena luchar.

Es en "A contrapelo" donde encontramos el ardid del conde como un camuflaje de "mira, parece que estoy viviendo, pero solo estoy sobreviviendo". El conde des Esseintes es un camaleón que utiliza su fortuna para poder recrear un espacio en el que no sea necesario salir, se invierte los horarios, disfraza a sus criados para solo ver sombras que recuerden a un monasterio, puede recrearse habitaciones que parezca que está en la cubierta de un barco... El microcosmos creado no es para el placer, es para el recogimiento. Como la mansión de La Rinconada, en "El obsceno pájaro de la noche", cuando el padre del hijo monstruo le hace a su imagen y semejanza todo un mundo de deformidad, ya que en un mundo de deformidad el sano es el monstruo y el dolor puede desaparecer al estar la normalidad invertida.

Libro adquirido en la exposición sobre el surrealismo


Es curioso que los últimos libros que haya leído sean sobre pintores que escriben o escritores que pintan. Los límites están difusos en la dupla de amigos que trato en esta entrada: Huysmans en sus obras menciona los cuadros de Redon y de otros pintores con detenimiento, los incluye en sus historias, en las descripciones de sus habitaciones... porque Huysmans surge del naturalismo para oponerse a él, para tratar las descripciones de una forma que a Zola le harían rasgarse las vestiduras, de entrada sutil y luego un loco: descripciones de mobiliarios que representan estados de ánimo, decoraciones que son reflejo de un alma humana. Ya hemos hablado de Klee en una de las entradas anteriores y cómo éste vivía imbricando pintura, escritura y música. Para Huysmans estas artes también estarían ligadas, sobre todo la rama pictórica y la literatura: pintaba con palabras, para salirse de la línea. Aquí un fragmento de su obra más conocida, "A contrapelo" en el que vemos el desprecio a la experiencia vivida y el elogio a la imitación:

En verdad viajar le parecía una pérdida de tiempo, puesto que creía que la imaginación podía suministrar un sucedáneo más que adecuado a la realidad vulgar de la experiencia vivida. En su opinión, era perfectamente posible colmar los deseos que por lo común se suponen de más difícil satisfacción en condiciones normales, y ello mediante el fútil subterfugio de crear una buena imitación del objeto de esos deseos. Así, es bien sabido que en la actualidad, en restaurantes afamados por la excelencia de sus bodegas, los gourmets se extasían con raras cosechas elaboradas mediante vinos baratos tratados según el método del señor Pasteur. Ahora bien, sean auténticos o falsificados, estos vinos tienen el mismo aroma, el mismo color, el mismo bouquet; y por consiguiente el placer experimentado al saborear estas bebidas adulteradas, falaces, es absolutamente idéntico al que proporcionaría el vino puro, intacto, que ya no se obtiene a ningún precio.

Es un dato relevante que James Joyce leyera "Al revés" a los diecisiete años y se inspirara en ella para escribir el "Retrato del artista adolescente". A Huysmans se le calificó de satanista por esta obra y es ciertamente este toque de fascinación por lo esotérico y lo oculto lo que lo hermanaría con Joyce (la teosofía en el Ulises es algo que he tratado por extenso en mi tesina de máster y en un vídeo de mi canal de Youtube), pero el decadentismo del que se le ha hecho precursor se deriva de su trascendencia sobre el pesimismo de Schopenhauer. Es cierto que Huysmans se convirtió al catolicismo al final de sus días y es cierto que toda la simbología mística operó un gran fenómeno en él y en su obra. Es tan ecléctico en su postura que algunas páginas de "Al revés" parecen ser escritas por un católico, sin embargo, cuando él se sentía lejos de la religión. Pero lo que ocurría es que él creía fervientemente que de Schopenhauer al Eclesiastés o al Libro de Job no había ninguna distancia. Creía, así mismo, que las premisas sobre el pesimismo en ambas fuentes eran las mismas y que era el filósofo el que se escabullía en las conclusiones, y que los libros sagrados iban más allá. Las palabras de Huysmans al respecto son las siguientes:

Me agradan sus ideas sobre el horror de la vida, sobre la estupidez del mundo, sobre la inclemencia del destino; me agradan, igualmente, en las Sagradas Escrituras; pero las observaciones de Schopenhauer no llegan a nada, lo dejan a uno, por así decir, abandonado a mitad de camino; sus aforismos sólo son, en suma, un herbario de quejas secas; por su parte, la Iglesia explica los orígenes y las causas, indica los fines, presenta los remedios, no se contenta con el diagnóstico del alma: trata al paciente y lo cura, en tanto que el medicastro alemán, tras demostraros que la dolencia que padecéis es incurable, con una mueca os da vuelta la espalda. Su Pesimismo es, simplemente, el de las Escrituras, de donde lo ha sacado, No ha ido más allá que Salomón o que Job, y ni siquiera que la "Imitación", la cual resumió mucho antes que él toda su filosofía en una frase; "¡Es verdaderamente una miseria vivir sobre la tierra!"

La experiencia, pues, de leer "Il rêve" de Odilon Redon es sumergirse en sus sueños, en su nostalgia (el país de su memoria en el que se funden ambos) tras conocer su obra pictórica es ponerle voz, o leer una película con subtítulos y su idioma original. Es como oír los poemas recitados por la voz del autor que los engendró. En estos cuentos nos podemos encontrar con recuerdos suyos del país vasco español, en un viaje que hizo en su juventud. También nos hace asomarnos a sus espectáculos favoritos, a sus amores, a la música que le apasiona... una oda al sueño, a dormir también, y al seguir pintando incluso cuando crea historias:

Le bleu, comme toutes les couleurs, a sa signification morale. Certaines âmes cèdent à cet instinct si singulier que nous avons devant le rouge, le jaune ou bien encore sentent leur rapprochement par des fibres plus délicates. Qui n'a senti l'effet mordant et fier du noir sur le rouge, et l'âpreté mélancolique du blanc et du noir? Les peuples qui cèdent à ces harmonies, comme y rencontrant leurs qualités, ont aussi la dominante de leurs goûts et de leurs passions et de leur vie intérieure.
Dans ce petit coin de la Biscaye dont le fond de l'âme est si fier et si doux, elle se traduit par le bleu foncé mélangé de brun.


martes, 19 de noviembre de 2024

Wolfgang Paalen y el axolotl, pero no el de Cortázar


Estuve en el Pompidou hace poco y compré un par de libros. Uno de ellos es el de Wolfgang Paalen llamado L'Axolotl. Me gustó la edición; no es la primera vez que cojo un libro por su apariencia, además, sabiendo que tenía relación con la exposición del surrealismo que acababa de ver, no podía ser una apuesta arriesgada. De hecho, me había gustado mucho la exposición y, si bien, Paalen no había sido mi favorito (Dorotea Tanning forever) sí que había llamado la atención sus objetos dispuestos por la escena: un paraguas de esponjas, un teléfono de marisco. Además, la sinopsis de la contraportada auguraba misterio y dualidad, y así ha sido.

Todos tenemos al axolotl relacionado con el cuento famoso de Cortázar. Sin embargo, más allá de la reflexión sobre la construcción del otro y el uno mismo, existe el tema de la duplicidad (quizá también relacionado, quizá es un solo tema en una construcción de la identidad fragmentada). Cortázar hace el mismo trueque (¿quiasmo?) que opera en su otro cuento "Lejana": hay un intercambio de cuerpos, un otro y un sí mismo intercambiables. Para el tema de las dualidades en literatura se puede consultar mi entrada de aquí:


 https://infausta.blogspot.com/2022/08/siniestro-es-tu-doble-fuera-del-espejo.html


Es esta obra de Paalen encajable en ese contexto, uniéndose al corrillo de escritores obsesionados con el tema del doble. ¿Cuál es el aporte original del libro, hasta ahora inédito, del artista austríaco? Pues que utiliza la evidente imagen de unas gemelas para hacer de símbolo de este dualismo. Evidente, sin opacidades, que los gemelos sirvan para significar lo doble no nos parece a priori enrevesado, la verdad. Cuesta ver el símbolo, lo que se oculta. Y sin embargo...

Tenemos una historia sazonada de mitología antigua mexicana. Los aztecas tenían mitos sobre el axolotl, aquel animal que ha inspirado a otros escritores además de Cortázar, que estaban relacionados con la duplicidad, al ser un animal medio acuático, medio terrestre y al creer que poseía cualidades mágicas:

Vous savez bien sûr quel rôle fondamental et étrange joue le double dans nos mythes anciens. Le Xolotl, se refusant au grand sacrifice, tente d'échapper aux autres dieux. Poursuivi, il se métamorphose d'abord en double d'un épi de maïs; bientôt découvert sous ce travestissement antique, en ce qu'elle signale la présence d'un élément, sinon divin, du moins effrayant), le figitif se transforme en Mexalotl, cet agave à deux souches, car, pour ne pas se dissimuler sous une forme qui ne lui siérait pas, cette divinité est contrainte de procéder à des dédoublements. Sans cesse retrouvé sous des formes dupliquées, toujours nouvelles, le Xolotl finit enfin par trouver refuge dans le lac, sous la forme d'une salamandre à l'état larvaire, animal mi-aquatique, mi-terrestre et, pour cette raison, aux yeux des anciens, amphibie en esprit également, mystérieuse créature gémelle devenue axolotl.


La trama es sencilla: un trasunto de Paalen (¿otro doble?) va en busca de reliquias arqueológicas (como hacía Paalen, de hecho, fue perseguido por saquear esculturas arqueológicas en México) y se encuentra con la historia de unos hermanos enamorados de unas gemelas idénticas. Ignacio, el chico que va en busca de esculturas, lo que quiere es descubrir el misterio de unos cuadros en la hacienda en la cual se hospeda. Dichos cuadros representan a una mujer, en uno de ellos con un dado de cinco bolitas y en otro con un dado de tres (no recuerdo las cifras exactas, pero creo que son esas). El misterio desvelado: habían echado a la suerte, a través de un dado, qué hermano se casaría con cada gemela, Leandra o Leondina. 

Es curioso, porque el haber silenciado durante todo el relato de uno de los hermanos (cuando le cuenta a Ignacio su historia) la voluntad de las hermanas no es baladí. La voz femenina acierta al imponerse al final:

Tu oublies, répondit-elle, ne pouvant plus cette fois dissimuler la détresse qu'il y avait dans sa voix, tu oublies que l'on ne nous a guère interrogées. Souviens-toi tout de même que vous n'avies rien trouvé de mieux que de nous tirer au dé.


Y es que no todo tenía que ser decisión de los hombres de la historia (partiendo del padre de los esposos, que fue quien decidió la astucia de jugar los matrimonios a los dados). Pero más allá del tema de la asignación de las parejas aparece el dilema de uno de los dos hermanos por descubrirse enamorado de la mujer de su hermano, estando ya casados. La explicación es bastante peregrina: al ser idénticas se entiende a ambas como un solo ser y poder poseer al ser amado en su totalidad es poseer a su otra mitad:

N'avais-je pas poursuivi une chimère dans cette créature duelle? S'il m'avait fallu posséder les deux femmes pour, de cette dualité fantomatique, pouvoir en désindividuer l'une d'elles, n'était-ce que parce que je ne pouvais me contenter de n'avoir vécu qu'avec l'une d'elles, avec la moitié de l'identité d'une individualité duelle? 


El libro acaba con unas fotos de las obras surrealistas de Wolfgang Paalen, sus cuadros más famosos, sus hallazgos escultóricos y fotos del autor, más reconocido como pintor, en su estudio. Apunte curioso: el libro está dedicado a la mujer de Elias Canetti, amiguísima de su infancia. El axolotl de Paalen está decorado con historias de la obsidiana negra volcánica, de los ojos de vidrio del emperador Maximiliano, que teniéndolos él azules le acabaron poniendo los de la virgen de Guadalupe, negros, hechos de la roca volcánica. Para fans del eterno tópico del doppelgänger y apto, sobre todo, para mi. 

lunes, 28 de octubre de 2024

Klee


 Conocida es la afición de Klee por la música, siendo él mismo intérprete y habiéndose decantado finalmente por la pintura, esa formación suya y pasión en vida por el lenguaje musical no es ajena a su obra. Lo que pasa es que no se puede decodificar al pie de la letra: una equivalencia es necesaria a la hora de hacer una transposición entre esos dos tipos de creación artística.

Paul Klee siempre me fascinó como todo lo que fascina por no acabar de entenderse. Ciertamente, me falta su complejo bagaje, pero este es un llamamiento a la gente como yo, que sin tener todo eso detrás podemos intuirlo o apreciar lo que sugiere el pintor y eso no es menos importante. Creo, firmemente, que ejecuta, hasta perpetra una obra que nos permite asomarnos a su mundo, sin previo lenguaje común. Este libro de Pierre Boulez vendría a ser una ayuda o quizá un salvoconducto.

Boulez era director de orquesta. Punto. Con eso podemos resumir su capacidad para armar y orquestar, ese poder tan precioso, no exento de ritmo y colores. La sinestesia está presente en Klee, analizada por Boulez, una lectura de lo que sería la fuga roja, lo que puede ser un ritmo de un tablero de ajedrez o unas notas convertidas en hierba verde. El país fértil se encuentra tras el ritmo y el salpicar de notas que ahora son plantas.

Son muchos los compositores que se han dejado seducir por el aspecto material de la partitura. Incluso en Bach hallamos ciertos recursos que son tanto visuales como auditivos. Me atrevería a afirmar que ciertos cánones satisfacen más la vista que el oído. No es que la música no sea bella, pero es la vista, más que el oído, la que percibe inmediatamente las simetrías.

Boulez contrapone la fuerza en la memoria visual con la menor fuerza de la memoria auditiva y de esta manera nos lleva de la mano para entender correspondencias que en Klee están presentes. Pero también nos invita a detenernos en sus procesos, las capas y laboratorio, el hacer de un fondo un disparador de miradas, en el que la nuestra es requerida para que sea ella el movimiento: de esta forma entramos en el diálogo que nos sirve el autor.

Más allá de su faceta de profesor de la Bauhaus, de la que vemos reminiscencias en sus estructuras pictóricas, "sus dibujos de ciudades con reflejos, simetrías y divisiones, por ejemplo, me enseñaron mucho sobre el desarrollo orgánico de una arquitectura sonora que, al mismo tiempo, poseía estos mismos reflejos, simetrías y divisiones de otro plano" (pg 42); tenemos un Klee que se distingue de un Kandinski (o de cualquier otro Bauhaus): "cuyos cuadros parecen anónimos. El espíritu es fuerte, pero la carne ni siquiera es débil, sencillamente está ausente. Son objetos sin vida que podría haber fabricado casi cualquiera. En Klee observamos justo lo contrario. Lo que más convincente me resulta es que su impronta es reconocible (...) Tenemos al mismo tiempo la geometría y su desviación..." (pag 47).

Para los diletantes, que oscilábamos entre la literatura, la música y las bellas artes en nuestra juventud. Para los que conectamos con trasuntos nuestros que se aplicaron en otra disciplina que nosotros tuvimos que soltar... Este libro sazonado de preciosas imágenes de Klee es una pequeña joya para cualquier admirador del suizo-alemán y del arte en general.




miércoles, 4 de septiembre de 2024

Dinosaurio



Yo, en mi habitación lista para dormir, con la mascarilla puesta y el libro en la mano: Dinosaurio es una aventura a la que me quería entregar así, en mis momentos más zen, porque el pack de libro y ritual nocturno le pega mucho a esta historia y yo sin saberlo me acomodé de una forma que recomiendo: llegados a cierta edad somos mucho de packs aromáticos y de tés con complementos. Los rituales vienen con libros de acuerdo a cada ocasión y a mi Dinosaurio se me antojaba un matcha terroso con sabor añadido, tipo vainilla o coco, en todo caso algo exótico, interesante para probar. No me he equivocado. De hecho, me fui a dormir más tarde de lo usual porque no pude despegarme de la historia. Y debo confesar que he despertado revuelta, con una sensación agripicante, ese tipo de sensación que tienes cuando piensas que la historia que has leído o visto en una película te va a acompañar a lo largo del día como telón de fondo. Y reflexionas y te das cuenta de que no te has tragado sólo una historia, sino un Tao contemporáneo, un tratado de vida. Vaya.

Dinosaurio tiene la prosa de David Pascual, directa y mordaz, tremendista a lo Cela del siglo XXI (si Cela viviera no dudo que alabaría esta obra) pero tampoco está libre de momentos de la prosa lírica más delicada y suave (1) o de mantras que se repiten para hacernos una experiencia real de un entorno mágico-sagrado, ante todo religioso. Esta característica de no sólo contarnos una historia en la que lo new age se desborda y roza el surrealismo (pero también el realismo más trágico, aunque escondido, aunque con métaforas o símbolos), sino que a través de la forma nos evoque ese mismo cariz, una inmersión en la palabra que vuelve lo profano en sagrado porque se repite, porque puede ser alabado y enaltecido hasta tornarse divinidad.

(1) Mi madre rezando y llorando y sonriéndonos con una sonrisa que es como mirar a un barranco desde el borde del precipicio y diciéndonos que hay que aceptar los finales y que antes de dejarse secuestrar y ser violado de mil maneras diferentes, que antes de soportar el suplicio del infierno de los hombres, hay que irse, hay que ascender al cielo. Y que el cielo es como el río, y que estar allí es como ser un pez que se deja llevar esquivando con soltura las rocas. Y que allí donde vamos no existe el dolor ni existe la gente mala. Que allí donde vamos lo único que existe es la paz y que por eso no debemos temer nunca la gracia de Donatello.

Cinematográficamente, porque enfrentarme nuevamente a una novela de David aka Perfumme es jugar a pensar quién llevaría al cine su libro, al padre del protagonista lo visualizo como al señor gordo del sofá de Taxidermia, esa película húngara de György Pálfi. No es baladí la coincidencia, se trata de una comedia de terror. Otro húngaro que recordé entre risas mentales fue Bela Tarr, ya que en el Caballo de Turín están comiendo patata durante casi todo el metraje de la larga película, una patata cíclica e infinita. Hacer estas mezclas de referentes que combinan con Dinosaurio se me antoja muy entretenido, ya que la obra se presta para ir en consonancia con ciertos tonos agrios e incisivos como los de Todd Solondz en Palíndromos, hay niños y hay una inocencia que perturba y espanta. Los niños en una secta extraña (todas las sectas lo son y ésta no tendría por qué serlo más que otras) de unos Herodes que ahogan bebés compulsivamente, una comunidad de sádicos religiosos que seguirían a una especie de Llados (machista e implacable en su tonicidad muscular) ni más ni menos absurdo que el Llados real nos podrían hacer replantear que lo que leemos no es tan delirante como aparenta. Es la televisión la que lidera aún las imágenes de las generaciones mayores (2) y a partir de ahí se pueden ver reflejadas las debilidades de la sociedad. Pero es en general las pantallas, las plataformas de streaming y todo lo que se pueda consumir, lo que va a definir y perforar mentalmente a sus usuarios.

(2) En el cuarto día Donatello hizo instalar antenas sobre la copa de cada árbol y dijo: Mirad la televisión, pues a través de ella conoceréis mi reino. Porque lo importante no es tangible. Porque el verbo no puede tocarse y a través de los símbolos es que lo aprendemos. Mirad la televisión porque en la publicidad está mi palabra (...)


Sin embargo, y para acabar porque no quiero hacer grandes spoilers, lo que más me ha cautivado es el protagonista de la historia y que me resuena al buen salvaje de Rousseau, pero que va mucho más allá: hay un momento en el que te das cuenta de que todo lo que has leído es la mente de alguien cuya imagen de sí mismo no se corresponde con lo que los otros perciben de él y este desdoblamiento nos revela un personaje de una construcción genial. Pero no explicaré los detalles, lo que cuenta es la forma, el Verbo, que al inicio siempre va él.





 

domingo, 30 de junio de 2024

Uzumut

 


Le tenía muchas ganas a este libro por varias razones: Eduardo Almiñana tiene una trayectoria de periodista y escritor que he seguido durante varios años en redes sociales y siempre me ha sorprendido. Primero, por sus acertadas recomendaciones: tiene muy buen gusto (o un gusto afín al mío) tanto para la literatura, como para el cine, como hasta para la comida (he conocido restaurantes bastante interesantes gracias a él, sin que él lo sepa, por supuesto. Restaurantes armenios, polacos, ucranianos, exóticos y menos exóticos). Segundo, aunque en importancia igual que el primer punto, por su forma de escribir. Almiñana de Cózar (además tiene apellido de escritor antiguo, que eso es de admirar) sabe juntar las letras desde siempre, pero desde que las redes le permiten usar formatos atractivos ha sabido hacernos llegar historias como píldoras que son una bocanada de aire muy particular en medio de tanto moderneo instagramero. Así que intuía fuertemente que su Uzumut podía ser como esas píldoras, pero más saciante para el lector, y así ha sido, aunque yo soy de atracones cuando algo me gusta y no me ha durado más que este finde. Y tercer punto, pero algo más personal, el hecho de que me genere curiosidad este escritor valenciano contemporáneo es también por su predilección por la literatura eslava, ya que mi tesis doctoral fue sobre Witold Gombrowicz y este es un autor al que Eduardo Almiñana también tiene como referente cultural y literario, así que no es menos punto de curiosidad para mi querer leer a un compañero en estas lides eslavófilas.

Debo empezar por contar mi sensación más primaria, instintiva y poco reflexiva, al iniciarme en la lectura de esta novela o historia de historias: no había sentido lo mismo desde que, siendo una adolescente cogí por casualidad un libro llamado Bestiario de la biblioteca de mi avi. Tendría por aquel entonces trece años y no sabía quién era Julio Cortázar, en el colegio no lo estudiábamos ni lo estudiaríamos, al contrario de lo que hago yo con mis alumnos de primero, segundo o tercero de la ESO, que les explico algunos de sus cuentos. 

No estoy comparando al escritor argentino con el valenciano, no creo que Eduardo Almiñana esté incurriendo (¡cometiendo!) en realismos mágicos, o mejor dicho, en el realismo mágico tal cual lo conocemos. Pero sí estoy hablando de mi sentimiento o sensación, y ha sido muy placentero volver a ella. No se trata de que haya leído poco desde Cortázar, en absoluto. Pero ni Borges, ni Schulz, ni Julio Ramón Ribeyro o Clarice Lispector, escritores tan disímiles de cuentos, me han hecho sentir ese mismo sentimiento parecido a un extrañamiento fantástico por descubrimiento de cosmos. Será que cuando un escritor como Alejo Carpentier, por ejemplo, me pinta una historia, la siento de forma diferente. Y cada uno de esos escritores evoca algo muy suyo. Pero quizá son hijos de su época. Y me faltaba descubrir la sensación de una época nueva. Con Almiñana lo he sentido, Cortázar fue el primero, pero a partir de él todos eran de un siglo XX ya conocido, ya bien enmarcado. Ahora, es imposible desgajarnos de un background de pandemia, internet, Black Mirror, transhumanismo y thrillers distópicos. Esta es nuestra realidad y también puede ser vivida con magia y a través de la magia. Un neo-realismo-mágico, quizá.

Borges tenía fijación con los laberintos. Hay una infinitud que puede ser abarcable a través de esta simbología, en realidad no, pero esa es la paradoja que se puede ver en el símbolo del laberinto, un espacio que se enrosca en sí mismo, cual infinitas muñecas rusas que se contienen mise en abŷme una detrás de otra. O como el símbolo de lo circular en el Ouroboros. Tiempo y memoria tentáculos de este cefalópodo infinito.

Es un libro que se puede analizar desde el punto de vista de la hermenéutica ontológica, las modalidades de temporalización están presentes en la historia de Uzumut y es una pieza fundamental para entender el puzzle y hallarle la salida como en los dibujos que dan a los niños en los restaurantes de comida rápida, o al menos que daban hace tiempo, y había que ayudar a salir a determinado personaje de un laberinto. Digo que hay algo que me recuerda a Paul Ricoeur en La memoria, la historia y el olvido, ya que el objeto de estudio se ha trasladado del ser al objeto, de la pregunta de quién recuerda a qué es lo que se recuerda. La memoria, el tiempo y lo que perdura.

No hay espacio para lo baladí, ya que el libro (de una cuidada edición, la verdad es que la experiencia de estar cogiendo una caja mágica se ha transmitido hasta en el acertijo que es su carátula y contraportada) también recuerda a aquellos hombres como Antonio Machado que creían en cabalísticos juegos para armar sus poemarios (Soledades, Galerías y otros poemas está concebido como un entramado de números en el que cada agrupación encierra un mensaje), aquí también en el meollo encontraríamos un mensaje fundamental, cual lava del núcleo de la Tierra. Es ese mensaje, y la palabra melancolía, el que me dejó esbozando una sonrisa, ya que podía sentir lo que sentían los habitantes de ese mundo creado por Almiñana.

He intentado no hacer spoiler y sé que me dejo varios puntos que hubiera querido tratar (debería de haberme hecho un esquema) pero quería escribirlo tal cual cerrar el libro, para que me sorprendan mis palabras, así a lo Pirandello.

viernes, 14 de junio de 2024

Anne Carson y el amor

 



    Con motivo de la sesión, última, de Melibeas para este curso que acaba ahora a finales de junio, me puse a rememorar a Anne Carson y es todo tan importante para mi que no quería dejar de compartirlo, como cuando asistí aquella vez a una de sus mágicas sesiones porque a Paul Celan no podía dejar de rendirle tributo y menos tras Almendra, con quien asistí a la velada de las chicas (las chicas de Melibeas me recuerdan a la película de Picnic en Hanging Rock de Peter Weir, o al menos así es como las tertulias-rituales se me aparecen en mi imaginación).

    Tras mi recién estrenada faceta de mamá de bebé no sé si podría acercarme a esas horas ...pero quiero constatar todo lo que hubiera querido compartir con el grupo en cuestión. Primero: Anne Carson significa para mi el amor. Voy a poner en contexto esta idea, o más bien, impresión. Cuando conocí al padre de mi última bebé me acababa de dejar mi ex marido. Yo no tuve la mejor idea de pasar esta fase con el poemario de Carson: La belleza del marido, cántico a un abandonador esposo, como el mío.

    La misma Anne Carson en Eros habla sobre el ensayo del amor de Stendhal y el proceso que denomina "cristalización". En él, una varita de árbol simple se recubre de muchos cristales hermosos al ser introducida en una mina de sal. Así es como ella decora al marido, de esta forma es la belleza del marido: "como tantas esposas propulsé el marido hasta la divinidad y ahí lo sostuve". Creo que muchas de las mujeres que nos aferramos a esta ramita lo hacemos de la misma forma, con devoción a unos diamantes que nosotras mismas estamos proyectando. 

    Merodeando a través de los poemas de La belleza del marido encuentro conexiones: un marido conocido desde la adolescencia, pareja de décadas, el compartir un mundo entre las letras y poemas que van y vienen, cartas que han tejido una vida. Fue la mía una relación que se gestó también a través de la palabra. Hay temas fundamentales en Eros y en el poemario: los límites (como principal problema), la paradoja (y el lenguaje), la búsqueda de la otra mitad (y el símbolo). 


    Es importante el lenguaje con Carson, tanto o más que el amor. El lenguaje permite crear al amor y lo modela, da a luz al tipo de amor que delimita. Para la autora, los griegos gestaron la palabra glukupikron para hablar de lo dulceamargo del amor de una forma que no es baladí y en la que nuestra traducción el término "agridulce" cojea. Poner el "dulce" primero es más certero con la sensación que describe, pero el pozo final es amargo porque es un tender hacia, un camino dirigido que nunca llega y si es que llega se acaba el deseo. Lo dulceamargo es ese estado en el que nos tambaleamos y que encierra la paradoja. Es curioso que todas las palabras que más se acerquen a la metáfora o al símbolo encierren ellas mismas la figura de la paradoja. Para explicarlo fácilmente, cuando en clases de lengua y literatura queremos hablar de las figuras del pensamiento agrupamos las figuras de contradicción como una subespecie dentro de aquel grupo mayor y las explicamos como aquellas figuras que utilizamos bastante en poesía principalmente, porque la poesía pretende señalar con palabras de este mundo algo cercano al Misterio, y todas las cuestiones misteriosas o inabarcables como el amor, la muerte, o el tiempo nos van a hacer caer irremediablemente en la antítesis, el oxymoron o la paradoja. Pasa con estos términos griegos como el glukupikron o como el kairós (momento oportuno, pero también encierra la paradoja de ser una flecha que alguien dispara para hacer doler en ese instante, representado por el dios del instante feliz, que tiene un rizo por delante y está pelado por detrás, esa ambivalencia...), por mencionar solo dos conceptos. Es el lenguaje, pues, el modo de reflejar visualmente también aquel sentimiento dicotómico.

    Dualidad en el objeto, además de la palabra ambivalente, podemos ver si recordamos los fragmentos de Eros en los que se menciona aquellas ideas de Aristófanes sobre el ser fundido al amado, como una bola formada por ambos seres. También, se desarrolla el símbolo de que cada una de esas partes separadas lleva un hueso de tuétano para señalar que son mitades. Esa fundición es un concepto del enamoramiento en su parte dulce, pero no deja de entrañar la paradoja de lo amargo: fundirse es imposible, somos seres discontinuos, que decía Bataille, nuestros límites se imponen, nos vienen de fuera, y nuestro sino es permanecer insatisfechos, como no se cansó de remarcar en vida Schopenhauer. 

    Seres a medias o en camino a ser un ser anhelante, siempre sediento. Metáforas de lo dulceamargo que ahondarán en el Misterio a través de las paradojas, cual "vivo sin vivir en mi"; grandes dilemas, solamente siendo susceptibles de ser expresados a través de este lenguaje que oscila, que zozobra, que pende sobre nuestras cabezas como guadaña de lo funesto y la terrible, promesa de lo que no puede apresarse porque si se apresa deja de ser. La intensidad se rebaja y entonces se esfuma ese deseo.

    Pasó que cuando yo leía La belleza del marido hace cinco años, conocí al padre de mi reciente bebé. Quiso la casualidad que él estuviera leyendo por aquel entonces Eros, es el ejemplar que reviso en este momento. No solo eso, por mi cumpleaños, aquel 2019, me regaló un libro de Anne Carson en el que estudia a Paul Celan y que se llama Economy of the Unlost. La dedicatoria que me puso: Por unas glukupikron felicidades. Sé que me escribió un poema sobre una peonza que gira, y ... espero que siga girando. Anne Carson estuvo, pues, al final y luego al inicio, sirvió para cerrar una era y abrir otra. La cerró con La belleza del marido y la abrió, como tuvo que ser, con Eros. Sé que a Anne Carson le gusta Parménides y los círculos en los que inicio y fin se tocan, así, el símbolo mayor a mi historia amorosa es también una peonza, como los planetas, con su movimiento rotativo sobre su eje y al mismo tiempo en traslación hacia el sol.