lunes, 16 de julio de 2012

Los años en la Facultad de Filología

Tengo algunos temas de los que me gustaría hablar. Empezaré por el tema de la Facultad. Hace poco leí, gracias al link que me pasó Esther, una compañera filóloga, una de las entradas del blog de Alberto Noguera que trata precisamente sobre nuestros profesores y nuestra facultad en los noventa (pertenece a su serie "Memorias universitarias"). Alberto describía cómo eran esas aulas, esa comida, esas horas de clase. Dice que ahora el nivel ha bajado mucho, que él ha podido constatarlo al haber retornado a las aulas pero como profesor invitado... y en otra de las entradas asegura que ahora los filólogos que salen de sus aulas tienen de filólogo lo que él de ingeniero aeronáutico...

Lo que a mi me llamó la atención, al venir de una universidad sudamericana (la PUCP de Lima, que es privada) es que aquí en la facultad de Filología la nota de corte para entrar es baja, lo cual hace que mucha gente que no tiene vocación o no haya considerado como prioridad estos estudios, terminen haciendo la carrera. Otros, tienen ganas de ser profesores simplemente porque la mentalidad de "oposiciones y vida solucionada con una plaza para siempre" es la que les ha empujado. Veía cómo muchos de mis compañeros estaban atrapados en estas clases sólo para conseguir un título sin más. Algunos lo consiguieron y otros abandonaron. De quienes lo consiguieron otros tantos tenían aspiración de profesores de instituto y sacaban buenas notas para escalar en plazas y puestos y cosas así.

Hace unos diez años, que es cuando yo estuve comenzando las clases, Periodismo era una carrera muy demandada. Pero muchos de los que aspiraban a Periodismo se quedaron en Filología. Otro de los motivos para resaltar la ausencia de verdadera vocación literaria o lingüística, porque realmente la meta de estos alumnos no era estar ahí.

Pero no todo es de esta forma. Algunos compañeros de la resistencia formamos una generación (anémica) y nos dedicamos a escribir y a soñar por encima de todo. No necesariamente leíamos lo que se nos venía asignado, sino que seguíamos siendo como siempre: con nuestras lecturas de lo imposible y de lo no académico. Eso no se mide por notas, pero tampoco hablo de revoluciones ni de utopías, sino de un afán interior y una pasión por la literatura.

Alberto Noguera elogia a Joan Oleza (profesor a quien yo también he admirado por sus profundos conocimientos y clases bien organizadas) pero critica a Sonia Mattalia (no la tuve como profesora) y a Nuria Girona. Estoy en desacuerdo. No quiero pensar que las critica por ser mujeres (aunque en su blog se respira un poco el aire a misoginia, por ejemplo cuando habla de sus experiencias en Meetic) pero creo que no son rasgos negativos los que él enfoca como tales. Mis compañeros deben mucho a Sonia, le han rendido un homenaje hace poco y no ven en su afrancesamiento un rasgo ridículo ni mucho menos. La mujer era auténtica, lo puedo saber por la impronta que ha dejado en la facultad (y recalco: aunque no la haya tenido como profesora). Nuria, por otro lado, ha sido una profesora con mucha fuerza, con una visión que no imponía a la nuestra, pero que era una visión no de manual, lo cual se agradece. Nuria Girona evaluaba tu forma de escribir y de exponer tus pensamientos, evaluaba que fueran propios, reflexivos, sustentados. Ya podías tener todos los libros del mundo en la mesa, que la respuesta no iba a estar ahí. Por eso algunos la odiaban. Porque no podían hacerse chuletas de eso... a mi me encantaba. Como con Arcadio López Casanova, tampoco sabías cómo iba a evaluar si tenías los apuntes encima... Los exámenes que eran un reto eran los más apasionantes para mi. Lo contrario me hacía sentir como un loro que ensaya sus repeticiones. La literatura como la tabla del dos.

Pero finalmente escogí a Josep Lluis Sirera como mi tutor de tesis. Porque en el Máster pude conocerlo como profesor y es con quien tuve más afinidad literaria y artística. Creo que como guía y como depósito de sabiduría es el indicado y lo considero un verdadero artista.

Noguera en su blog, refiriéndose a Nuria Girona, dice:
Si se mira su historial de publicaciones se ve que ha publicado poco y de 1996 a esta parte apenas nada. Yo supongo que apretó un poco para colocarse como profesora titular y luego ya se ha dedicado a disfrutar de la vida.
Esto de las publicaciones universitarias, al menos en filología, es un poco cutre. No piensan: "¿qué podría aprender que fuese útil para mi disciplina?". Lo que piensan es: "¿cómo podría conseguir que me publicasen algo y así sumarme los puntitos para sacarme la plaza?".
No estoy de acuerdo. Todo lo que pueda ser útil para su disciplina no se mide por publicaciones. Un profesor excelente no es el que acumula más y mejores publicaciones ni el que tiene mayores méritos académicos, sino aquel que por su forma de sentir la literatura te la sabe transmitir. A lo mejor un profesor es capaz de nutrirse en su vida privada de muchas más y mejores lecturas que plasmará en sus escritos y no en publicaciones para sumar puntos. Es una contradicción señalar como falta el hecho de tener pocas publicaciones y luego criticar que sea un trámite. ¿En qué quedamos? Si es un trámite no deberíamos valorar esa cuestión, sino otras. Las menos artificiales.

Así como podemos sacar algo positivo de todas las personas yo he sacado beneficio de todo tipo de profesores. Qué fastidio si todos tuvieran la misma forma de presentar sus clases. Algunos seguimos sin entender cómo profesores como Julio Alonso Asenjo salían mal calificados en las encuestas. La culpa, creo yo, es de los alumnos que no saben buscarse la vida por sí mismos y quieren que les den todo masticado y deglutido. Y cuando se topan con un profesor que no es convencional o es un poco irreverente (porque no dictan los apuntes, o tienen un nivel de exigencia superior, por ejemplo), se colapsan y no pueden pensar.

Pero a mi me gustaba mucho ir a clases...

4 comentarios:

  1. Revelador post. Personalmente me quedo con los irreverentes que casi siempre son pioneros, revolucionarios, creadores de una nueva y mejor escuela.
    Nos leemos.

    Saludos ;)

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  2. Gracias por dejarme esta huella! Ya me he pasado por tu blog, estaré al tanto, veo que tienes mucha poesía para darnos a conocer!
    Hasta pronto.

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  3. La próxima vez que nos veamos recuérdame que hablemos de esto si el tiempo nos lo permite; discrepo tanto (en el buen sentido y solo con el propósito de enriquecernos mutuamente con la opinión opuesta) que no me cabría aquí y mucho menos sin café o cerveza y la réplica al instante.

    ¡Un abrazo cálido!

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  4. Jajaja ya sabía que discrepabas, me acuerdo de nuestra mini conversación en el FNAC. Ya hablaremos tranquilamente en persona. Abrazos!

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