lunes, 26 de febrero de 2018

Javier Calvo y su gente extraña

Almendra revuelve mis libros y saca un cuaderno antiguo de notas, sale volando una tira de recorte de periódico. El artículo es de opinión, de un tal Javier Calvo, para el diario gratuito Adn. No recuerdo haber guardado tal artículo, pero me lo creo, visto el título: “Gente extraña”. Cuando lo leo esbozo una sonrisa. Este tipo de historias me gusta, me gustan las historias urbanas de personajes peculiares. Sobre todo cuando los personajes peculiares no son los que impostadamente se fingen peculiares, léase hippsters o modernos de ahora, o de siempre, porque cada época salen unos nuevos “contracorriente”. Javier Calvo, en esta nota del 30 de junio de 2006, reivindica a los verdaderos underground. No puedo hacer otra cosa que retomar la noticia, si la guardé fue por algo más que por simpatía, y más aún tras haber pasado doce años de aquella columna, ahora se torna más merecedora de una revisión: ya que podemos corroborar el hecho de que es de permanente actualidad hablemos de la época que sea.
Javier Calvo, quién es Javier Calvo, digo yo. Busco en internet y junto con el nombre del diario me aparece una polémica sobre otro artículo de opinión que escribió y la inmigración en Canarias. No lo puedo leer porque no aparece el artículo, así que no puedo opinar. Sigo investigando y resulta ser periodista y traductor, además de escritor que ha publicado a día de hoy algunas novelas con buenas casas editoriales, las dos últimas en Seix Barral. Investigo un poco más y me parece que lo describen un poco en la onda postpunk de la literatura, uno de esos escritores malditos que rara vez aparecen en el continente hispano. Veo la foto del recorte de periódico y se luce con un corte de pelo a lo serio. Veo fotos en internet y los años muestran pelos más desenfadados y barba, atuendos oscuros y gabardinas baudelerianas. Le pega el satanismo, pienso. Y concluyo que me gusta, es un escritor serio con aspecto de “gente extraña”. Los años han invertido su artículo en él, me ha gustado destapar esta cápsula del tiempo.
Por otro lado me reafirmo en mis gustos y en mis primeras impresiones que son siempre las que cuentan, una primera lectura y atiné con el personaje. Quienes me sigan en este blog sabrán que no puedo dejar de hacer caso a este tipo de señales.
Creo que Javier Calvo también hubiera escrito sobre los sin techo que van a leer a la biblioteca de la calle del hospital en Valencia. También le habría llamado la atención cómo pasan sus horas muertas todos esos personajes que llenan la biblioteca (si evacuamos a los estudiantes). Por aquella época, mientras Calvo hablaba de sus viejitos en pantuflas, yo también me percataba de los míos y de todos esos señores de pelos de director de orquesta (pero de color de espuma de mar contaminado) y hasta anotaba los títulos de los libros que leían… Quizá por eso guardé el recorte. Habrá que ojear alguna de las novelas de este buenhombre, por si aparecen personajes de estos que nos gustan a los dos.

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