lunes, 10 de abril de 2023

Emilio Adolfo Westphalen


Mucho he leído a los surrealistas peruanos y poco lo he comentado por el blog. Tengo un vídeo en mi canal de youtube leyendo el poema "Mundo mágico" de Emilio Adolfo Westphalen, que me fascinaba y que releía habitualmente hasta aprendérmelo de memoria. 

Ahora que está de moda Leonora Carrington, puedo hacer un alegato a favor de los poetas surrealistas peruanos, desconocidos en la península incluso entre la gente de letras, para quienes el nombre de Blanca Varela sí que es conocido, pero que, pobres de ellos, no han disfrutado de los poemas de César Moro o de Emilio Adolfo Westphalen.

"Simulacro de sortilegios" es, a todas velas y amuletos, lo que su nombre indica: poemas como conjuros, o si los conjuros fueran poemas estarían reunidos como los hace Westphalen, con palabras que invocan en susurros realidades que emergen tras heridas invisibles, gritos contenidos en lo voraz cotidiano: "vano embate de la sangre inocente /destemplada fiereza de terremoto detenido". Una pulsión de la que sabe hacer cuenta el poeta y lo hace emerger a través de sus palabras, el lector observa a través de la misa o ritual del símbolo frente a él, así es la experiencia de la poesía que brilla desde el pozo más oscuro, a veces el de la muerte y ahí es donde aparece el mundo mágico del poeta "tengo que darles una noticia negra y definitiva". Tan solemne como el mejor Vallejo en sus heraldos negros y tan coqueto con el absurdo como el más descarnado Beckett "escribía una carta infame, pero dije amorcitos".

Precisamente, Westphalen tradujo a Beckett y acercó la poesía de la Generación del 27 al territorio Latinoamericano, siendo amigo de Juan Ramón Jiménez, Guillén y sobre todo Cernuda. Asiduo a los cafés de París donde entablaría amistad con la crème del surrealismo y donde también trabaría hermandad con César Moro, el poeta de las tortugas y del alba (del cual también tengo un vídeo recitado en mi canal).

Me siento cercana a Emilio Adolfo Westphalen porque le habla a la María Elena que sueña y cuando sueño mi lenguaje es el suyo y conecto con mi espacio nocturno a través de estas páginas que guardan lo mágico y lo onírico. Lo mágico, también, que abriga el territorio limeño en nuestras tradiciones. Pienso en estos poetas y recuerdo a mi mamita Alicia y sus formas de sanar. Recuerdo el trozo de carne en mi cuello desprendiendo olor a vinagre. Sortilegios.

El poeta sin enigma desfallece.


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