viernes, 14 de abril de 2023

Mrozek, aún trocitos de Polonia

 


No había nada.

¿Y si había algo?


Esta es la duda que amenaza al lector, con la que Mrozek nos apunta directamente a la parte más débil de nosotros, la de nuestros desvaríos, el origen de nuestras tribulaciones. Hermano de sinsentido de Samuel Beckett, su sosias polaco Slawomir Mrozek, es el trocito de Polonia que me llevo en abril, cuando todo se resiste a la vida, en tierras estériles, porque todo sigue yendo en picado desde que Vladimir y Estragón no saltaron, desde que Eliot prefigurara las sombras errantes de una Ciudad Irreal, y aquí estamos en Benidorm, primavera, todo haciéndose vivo en lo estéril de los esqueletos de hormigón.

Mi maquillaje debe ir a juego con mi estado de ánimo, al igual que mi música, al igual que mi ropa, al igual que las lecturas que llevo conmigo. Algunos complementos te acompañan, otros no, todos suenan igual, o al menos no deben contradecirse entre sí. Penderecki daría su visto bueno al final de la tarde. 

Hermano en el sinsentido, compañero de absurdos, coincidirían ambos en París, en el café, siempre los escritores que me gustan eran amigos en torno a algún café. Ojalá se recuperaran las buenas costumbres y ojalá algún café con escritores afines a mi en Valencia. Me gustaría que me recomendaran un sitio y reunirnos como se reunían Mrozek y Beckett.

"El árbol" es un conjunto de cuentos, todos muy actuales, con ese estilo completamente vivo que te coge por detrás y puede llevarte a bailar o a adormecerte para inducirte algún sueño muy loco. Y claro, cuando te despiertas te das cuenta de que no quieres agotar el libro y por eso lees los cuentos con cuenta-gotas. 




Y si no hay nada. Y si hay todo después de esta página. Después de esta otra. 

-Ninguno de los dos se movió.

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