Las mujeres de ojos rasgados ven hacia
dentro. Las mujeres que tienen los ojos rasgados están predestinadas
a grandes logros... y a paradójicas catástrofes. Una mujer de ojos
rasgados puede ser muy femenina, muy lista y seria, pero esquiva,
ajena, y mientras más quiera uno llegar a la mujer de ojos rasgados,
más se perderá en sus palabras sin llegar a comprenderla. Las
mujeres con ojos como estos son misteriosas, la misma línea del ojo
te hace pensar que en algo estarán tramando. Si el ojo es negro, la
hondura nos hará apartarnos a unos y a otros querer adentrarnos,
fascinados, en torno a ese pozo, forado trágicamente oscuro por el
que nos moveremos a tientas. Algo grande se siente al leer a Clarice
Lispector, la maestra de las sensaciones. Con ella podemos perdernos
en un movimiento, en una acción, y es como si plasmara sucesivos
cuadros, que estuvieran chorreando aún de tinta.
Los cuentos de Clarice Lispector,
conocida como brasileña de origen ucraniano, son como si Cortázar
les hubiera quitado la primera capa de piel a los suyos, congelado
momentos, y se explayara a lo Joyce. Pero sin mostrar la forma en que
se despellejara, aunque el lector puede sentir, un poquito, cómo
quemaría si alguien tirara un poco de su propia piel, hasta exponer
la carne a la intemperie. Nos podemos imaginar a la hermana gemela
talentosa de Kafka, animando a los objetos igual que él y diciendo
cuánto los ama.
Enigmática y trágica, Clarice lo
tiene todo, habiendo sido incomprendida desde temprana edad, rodeada
de escritores realistas de claros argumentos desarrollados
linealmente. No tuvo cabida su personal forma de visión de mundo; si
a alguien le sorprende ahora que ciertos poemas sean tachados de
'extraños' por no llevar rima, imagínense unos cuentos que sean
tachados de impublicables por narrar sensaciones. Un verdadero lirio
entre cardos, podría decirse.
A raíz de leer el otro día un
artículo sobre el libro “Sólo para mujeres” que se ha atribuido
a Lispector al mismo nivel que sus otras obras, he investigado un
poco y parece ser que no está a la altura de su obra global, ya que
los artículos que ella escribía a veces en revistas y otras
publicaciones y en los que se basa dicho libro no los firmó con su nombre y distan mucho en calidad de lo que
ella solía escribir. Siendo que su obra es mucho más que eso, he
pensado en recordarla donde más brillaba, en su prosa viva.
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