miércoles, 20 de marzo de 2013

Murió de muerte natural

El libro murió de muerte natural. Lo concebí ligeramente, como quien espera a su amante que vuelva del bar, lo llegué a vislumbrar tras la cortina de la ducha en medio de un vapor de somnolencia, pero caliente como el limbo; sin embargo, no tuve la precaución de atarlo a la patita de mi cama para que no escapara. Y es un grave error no tratar a la idea como a los globos con helio, la idea es de poderoso éter, elemento brujo, mucho peor que cualquier otro. Y murió de muerte natural, mientras yo imaginaba un restablecimiento de su parte, en la sala de espera.
No debí sentarme a esperar su reanimación. Él esperaba de mi los cuidados de enfermera. Murió de muerte natural. Mi libro murió de muerte natural.

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