Un director austríaco con una película que enseña lo que la gente puede tener en sus sótanos me recuerda a mi memoria.
En ella creo que está empezando a hervir una habitación
recientemente creada para asuntos personales.
Dentro, se gestan más recuerdos que no se solidifican nunca.
A los que no puedo acceder jamás.
Y de los que es ridículo intentar hablar, como quien cría un bebé para dárselo a otro.
O peor, como quien cría bebés reborn para guardarlos en cajas en el sótano.
Y es tan improductivo como una convención de los dueños de estos muñecos
comentando cómo duermen, cómo comen, cómo lloran...
¡si son unos muñecos...!
Así también intento escribir sobre lo que no tiene forma
no ocupa espacio
ni tiene color
No hay comentarios:
Publicar un comentario